En su clásico discurso de año nuevo, el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, dijo ayer que en 2017 su país se convirtió en una potencia nuclear y aseguró que en 2018 agrandará todavía más su arsenal. “Este año debemos centrarnos en la producción masiva de ojivas nucleares y misiles balísticos y acelerar su despliegue”, afirmó Kim, que no mostró señales de querer dejar atrás la actual tensión entre su país y Estados Unidos, en aumento desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

Al respecto, Kim dijo que la capacidad atómica norcoreana es una fuerza intimidatoria para Estados Unidos y que, por eso, no se atreverá a iniciar una guerra en este momento. “Siempre hay un botón nuclear en mi escritorio”, agregó, antes de advertir que sólo lo apretará cuando exista una amenaza de invasión o un ataque. Enseguida, aclaró: “Esto es una realidad, no una amenaza”.

Después, sorprendió al suavizar el tono y mostrarse más conciliador con Corea del Sur. “Cuando se trata de las relaciones Norte-Sur, debemos reducir las tensiones militares en la península coreana para crear un entorno pacífico”, dijo el líder norcoreano. Como punto de partida, adelantó que su gobierno está “dispuesto” a enviar una delegación a los Juegos Olímpicos de Invierno 2018, que se celebrarán en febrero en la ciudad de Pyeongchang.