Con el nuevo año, entró en vigencia la ley que autoriza el comercio y el consumo de marihuana con fines recreativos en el estado de California, aprobada vía referéndum en las elecciones de noviembre de 2016.

En total, son 60 los locales que cuentan con la habilitación correspondiente para distribuirla. La venta comenzó ayer de manera parcial y sólo en una docena de condados, entre los que no se encuentra el de Los Ángeles, el más poblado del país, que recién empezará a recibir las solicitudes de licencias de distribución a partir de mañana.

La autorización no sólo debe ser aprobada por las autoridades estatales sino también por los municipios, por lo que es probable que el trámite en Los Ángeles demore un par de meses más. Los locales habilitados que ya están en funcionamiento son los ubicados principalmente en el norte de California –muchos en el área de la bahía de San Francisco–, así como aquellos de los condados de Riverside y San Diego, en el sur del estado.

En California, el impuesto estatal a la venta será de 15%, una base sobre la cual los municipios locales pueden añadir los propios. La Oficina del Tesoro de Estados Unidos estima que, en 2020, California habrá obtenido 7.200 millones de dólares por la venta de marihuana legal y 1.000 millones de dólares por los impuestos, afirmó Elizabeth Ashford, del Grupo Operativo de Cannabis de Los Ángeles, a la agencia de noticias Efe. Para la experta, incluso es muy probable que la cifra sea superada ampliamente.

Tal vez con el objetivo de tranquilizar a quienes se oponen a la legalización de la marihuana en el mayor estado del país, la puesta en marcha de la medida lleva implícita una serie de reglas estrictas. En primer lugar, los locales habilitados para vender marihuana no podrán operar dentro de un radio de 183 metros de ninguna escuela, y en algunas jurisdicciones está prohibida la venta a menos de 300 metros de parques públicos, guarderías y otras áreas señaladas como “sensibles”. Los cultivos en las casas no cuentan con restricción de distancia respecto de escuelas o parques, pero quedan limitados a seis plantas. La ley también establece que la venta en los comercios se hará sólo a personas mayores de 21 años, que podrán obtener hasta 28,3 gramos por cada compra. Por otro lado, no se puede fumar en público ni a menos de 300 metros de un colegio o parque, y tampoco conduciendo. Además, la marihuana no puede salir del estado, ni siquiera por las fronteras con Oregón y Nevada, donde también es legal.

La legalización del cannabis en California permite también la elaboración de productos comestibles, como galletas, helados, dulces y hasta tacos, pero con una cantidad limitada de THC, el componente psicoactivo de la marihuana.

En California, la marihuana para usos medicinales es legal desde 1996. De hecho, fue el primer estado en dar el paso: desde entonces, 28 estados siguieron el ejemplo.

El primero en legalizar el cannabis con fines recreativos fue Colorado, en 2012. En los últimos años, además de California, la medida fue adoptada también por Alaska, Nevada, Oregón y Washington. En Maine también es legal poseer una dosis personal, aunque todavía no se ha autorizado la venta al público, algo que se espera que comience a mediados del 2018. En Massachusetts, en tanto, será legal a partir de julio.

A pesar de las situaciones particulares de cada estado, a nivel nacional, el gobierno considera que la planta es una sustancia ilegal al mismo nivel que la heroína o la cocaína. Por eso, las agencias federales ya advirtieron que la legalización de la hierba con fines recreativos en California no modificará sus tareas en la frontera con México, en los aeropuertos y en los puntos de control a lo largo del estado. Esto quiere decir que la ley que rige desde ayer no impedirá que las autoridades continúen arrestando a quienes posean marihuana en estos lugares estratégicos.