Durante las protestas contra el gobierno iraní, que comenzaron el jueves y crecieron en los últimos días, murieron 12 manifestantes y un policía. Además de reprimir a quienes participan en las movilizaciones, el gobierno de Hasan Rohani dispuso bloqueos en las redes sociales y el enlentecimiento de internet como reacción a unas protestas por las cuales responsabiliza a otros gobiernos: los de Estados Unidos e Israel.

Unos cientos de personas protestaron el jueves en Mashhad, una ciudad del noreste de Irán, por la situación económica del país, en particular por el crecimiento del desempleo y la inflación. Rápidamente la movilización se extendió a otras ciudades, incluida la capital, Teherán, y el fin de semana llegó a reunir a miles de personas. Se trata de las protestas más grandes desde las que siguieron a las elecciones de 2009, que fueron reprimidas por las fuerzas de seguridad.

En esta ocasión también hubo represión, especialmente durante el sábado y el domingo. En Teherán fueron utilizados vehículos lanzaagua contra los manifestantes y en otras ciudades hizo un gran despliegue la Policía Antidisturbios, que tuvo enfrentamientos cuerpo a cuerpo contra quienes protestaban y en algunas ciudades llegó a dispararles. De acuerdo con la cadena estatal IRIB, “algunos manifestantes armados intentaron tomar comisarías y bases militares”, además de protagonizar actos violentos como el incendio de autos y edificios oficiales. Las autoridades informaron que ayer murió un policía en la ciudad de Nayaf Abad, en el centro del país, en un tiroteo en el que también fueron heridos otros tres.

El saldo de las protestas dejaba, ayer, a 12 manifestantes muertos y más de 300 detenidos, según datos oficiales. Acerca de la represión y los muertos que ha causado, el diputado oficialista Hamidreza Kazemi justificaba: “¿Cómo se debe proceder ante los que blasfeman y destruyen los edificios que rigen la legitimidad del sistema islámico? ¿Cómo controlarlos? ¿Qué tienen que hacer las fuerzas de seguridad? ¿Sólo mirarlos?”. Por su parte, el ministro del Interior, Abdolreza Rahmani Fazli, advirtió que “quienes dañen la propiedad pública, alteren el orden y violen la ley deben ser responsables de su comportamiento y pagar el precio”.

El gobierno dispuso el bloqueo intermitente de las redes sociales, medio por el cual se han convocado las protestas, y el enlentecimiento del servicio de internet, con el objetivo de impedir las convocatorias. El viceministro del interior, Esmaeil Jabbarzadeh, dijo ayer que el gobierno “no tiene ninguna política de restricción de las redes sociales” habitualmente, “pero si hay problemas de desorden público, naturalmente las restringe de forma temporal”.

Para hacer contrapeso a las movilizaciones, ayer hubo una marcha a favor de Rohani en Teherán que reunió a varios cientos de personas.

Razones diversas

Si bien al comienzo las protestas giraban en torno a la situación económica del país, golpeada por elevados índices de inflación y desempleo, el tono se fue tornando cada vez más político. Entre los manifestantes empezaron a escucharse reclamos de que el presidente y el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, dejen sus cargos, y gritos como: “No Gaza, no Líbano, mi vida por Irán”.

Los manifestantes denuncian que en los últimos años Irán se ha enfocado en la política exterior, incluso económicamente, y ha descuidado los problemas domésticos, permitiendo que se deteriorara la economía del país. Entre otras cosas, Irán brinda ayuda militar a Siria, es aliado del movimiento Hezbolá, que gobierna Líbano, y ha sido acusado de proporcionar armas a los rebeldes hutíes que enfrentan a la coalición liderada por Arabia Saudita en Yemen, algo que el gobierno ha negado.

De acuerdo con los datos oficiales, el desempleo en Irán llega a 12% y algunos productos de primera necesidad en ese país han sufrido en los últimos meses aumentos de hasta 40%.

Dentro y fuera

En su primera declaración desde el inicio de las protestas, Rohani acusó a los enemigos de Irán de estimular a los ciudadanos a que protesten. “Nuestro éxito en el mundo de la política ante Estados Unidos y el régimen sionista [en referencia a Israel] fue intolerable para ellos”, dijo.

Las manifestaciones fueron respaldadas públicamente por el presidente estadounidense, Donald Trump, que tuiteó: “Regímenes opresivos no pueden durar para siempre y llegará el día en que el pueblo iraní enfrentará una opción. El mundo está mirando”. Además, el Departamento de Estado de Estados Unidos acusó en un comunicado a las autoridades iraníes de haber conducido el país a “la deriva” y dijo que “condena firmemente la detención de manifestantes pacíficos”. Estas declaraciones fueron rechazadas por la cancillería iraní, que en un comunicado manifestó: “El pueblo iraní no les da ningún valor ni crédito a las declaraciones oportunistas de los responsables estadounidenses y de Trump”.

En su discurso, Rohani también dijo que “Irán es una nación libre y, según las leyes constitucionales, el pueblo tiene derecho a expresar su crítica y su protesta”, pero agregó que detrás de esas expresiones debería estar la búsqueda de “una mejora de la situación del país y de la vida de la población”. En un discurso firme pero con un tono conciliador, agregó: “Criticar es diferente de emplear la violencia y dañar la propiedad pública”.

Sin embargo, otros órganos públicos se han mostrado más reticentes: tanto el Parlamento iraní, que ayer sesionó de urgencia, como el Poder Judicial, dirigido por el ayatolá Sadeq Amolí Lariyaní, instaron al gobierno a reprimir las protestas. El Parlamento acusó a Israel, Estados Unidos y Arabia Saudita de estar fomentando las manifestaciones y llamó al gobierno a reprimirlas porque “el pueblo de Irán no tolerará que un grupo perturbe el orden público y ocasione daños”. Así lo dijo el portavoz de la comisión de la Seguridad Nacional y Política Exterior del Parlamento, Seyed Hosein Naqaví Hoseiní.

Por su parte, el jefe del Poder Judicial de Irán llamó a los fiscales de todas las ciudades a enfrentar con “determinación y seriedad” a quienes causan disturbios, ya que no representan al “pueblo que tiene problemas” económicos, sino a potencias extranjeras. Tanto Israel como Estados Unidos negaron estar detrás de las protestas. En un comunicado, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, criticó al gobierno por “insultar al pueblo iraní” con estas acusaciones, y consideró que este “se merece algo mejor”.

También hubo una reacción de la Guardia Revolucionaria Islámica, un órgano de seguridad muy cercano al líder supremo del país y dedicado a preservar el sistema islámico, que ha sido apartado de ciertas funciones públicas por parte de Rohani. La Guardia Revolucionaria advirtió que enfrentará con “puño de hierro” a los protagonistas de los “disturbios políticos”.

En el plano internacional, también se pronunció Rusia. “Es inadmisible la injerencia foránea que desestabiliza la situación” de Irán, dijo en conferencia de prensa un portavoz de la cancillería rusa, que aseguró que las movilizaciones en ese país son “un asunto interno”.