Desde que se conocieron los resultados de las elecciones aumentaron las situaciones de violencia política en Brasil, específicamente contra personas identificadas como opositoras a Jair Bolsonaro, que ganó en la primera vuelta y enfrentará a Fernando Haddad en el balotaje que se llevará a cabo el 28 de octubre.

El domingo fue asesinado Moa do Katendê, un maestro de capoeira de 63 años. Un hombre que había votado a Bolsonaro lo apuñaló 12 veces en un bar de Salvador de Bahía, después de tener una discusión política con él. Ese mismo día, en Curitiba, un hombre que llevaba una remera con la imagen del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva fue atropellado, en la vereda, por un automóvil cuyo propietario fue identificado como un seguidor de Bolsonaro. Al día siguiente, en Porto Alegre, una mujer de 19 años fue golpeada por tres hombres que le hicieron un corte con la forma de esvástica en el torso. Llevaba una remera con la inscripción #EleNão. Un día después, el martes, un militante que usaba un gorro del Movimiento de los Sin Tierra, cercano al Partido de los Trabajadores, fue golpeado por cuatro personas que, después de dejarlo herido en el piso, se fueron corriendo gritando el nombre de Bolsonaro.

Es habitual que al menos una parte de los seguidores del dirigente ultraderechista muestren orgullosos sus armas en las redes sociales o que celebren las agresiones a quienes piensan diferente. La semana previa a las elecciones se difundieron imágenes en las que dos candidatos del partido de Bolsonaro aparecían sonriendo junto al cartel, partido a la mitad, que alguien había colocado para darle a una calle el nombre de Marielle Franco, como homenaje a la edila carioca asesinada en marzo.