Mientras el heredero al trono saudí, el príncipe Mohamed bin Salman, se refirió por primera vez al asesinato del periodista Jamal Khashoggi, al que calificó de un “crimen odioso”, varios países analizan tomar medidas contra Arabia Saudita por su responsabilidad en el hecho.

Alemania le pidió a sus socios europeos que dejen de vender armas al reino saudí, aunque según afirmó el ministro de Economía germano, Peter Altmaier, a la cadena televisiva ZDF, “esta medida únicamente tendrá efecto sobre el gobierno de Riad si todos los países europeos se ponen de acuerdo”.

Por su parte Benjamin Griveaux, portavoz del gobierno francés, dijo que su país está siguiendo de cerca la investigación sobre el asesinato del periodista saudí y afirmó que si la inteligencia francesa confirma la implicancia de Arabia Saudita en el crimen, no sólo limitará su venta de armas, sino que además impondrá sanciones al país.

Bastante menos contundentes se han mostrado hasta el momento los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido, que anunciaron que revocarán las visas de los funcionarios saudíes que hayan estado involucrados en el asesinato de Khashoggi, ocurrido el 2 de octubre en el consulado de Arabia Saudita en la ciudad turca de Estambul, pero no hicieron referencia alguna a otro tipo de sanciones.