Un nuevo capítulo se está escribiendo estos días en la puja entre Rusia y Ucrania. En esta ocasión, el incidente, ocurrido en la tarde del domingo, implicó a tres barcos militares ucranianos que se acercaron al estrecho de Kerch –entre el mar Negro y el mar de Azov– que separa la península rusa de Crimea de la parte continental del país.
Las autoridades fronterizas de Rusia denunciaron que los tres buques ingresaron en forma ilegal en aguas territoriales de ese país y violaron la frontera nacional, sin haber solicitado el permiso para cruzar el estrecho e ignorando los requerimientos de la Guardia Fronteriza. Esto generó que las fuerzas rusas bloquearan el estrecho y abrieran fuego contra los buques ucranianos, con el saldo de seis marineros heridos. Posteriormente los rusos incautaron los buques y detuvieron a todos los ucranianos.
Según informó la agencia de noticias Efe, la tensión en el estrecho de Kerch recrudeció desde que Rusia construyó en mayo el puente de Crimea, que une esta península que fue anexionada a ese país. A partir de esa construcción se redoblaron las inspecciones de los buques ucranianos, lo que el gobierno de Kiev considera un bloqueo, de facto, de sus puertos en la zona.
La situación llevó a que ayer el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, firmara un decreto en el que declara el estado de excepción en todo el país. “Los datos de inteligencia hablan de una amenaza extremadamente grave de operación terrestre contra Ucrania”, afirmó el mandatario ayer en un mensaje televisivo citado por agencias internacionales.
Inicialmente Poroshenko pretendía que el estado de excepción estuviera en vigor durante 60 días. Pero debido a la resistencia que encontró en el Parlamento, se extenderá por sólo 30 días y no incluiría movilización de tropas, ni total ni parcial, ni tampoco ningún tipo de restricción a los derechos fundamentales de los ciudadanos.
El incidente marítimo del domingo generó todo tipo de reacciones. Desde Rusia se afirmó que todo comenzó con una provocación por parte de los ucranianos. El embajador adjunto ruso ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Dmitri Polyanskiy, aseguró que el choque del domingo fue una “provocación planeada previamente” por Kiev con el apoyo de potencias occidentales. El objetivo de Poroshenko, aseguró, es “acusar otra vez a Rusia de todo” e inflar su popularidad presentándose como el “salvador” de su país.
Según las autoridades rusas, la intención última de Poroshenko es orquestar una crisis con el objetivo de cancelar las elecciones previstas para marzo y mantenerse en el poder.
El conflicto permanente en la zona incluye las tensiones entre el gobierno ucraniano y dos territorios que eran provincias de ese país y ahora son gobernados por dirigentes pro rusos, las auproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk.
Por su parte, los países de la Unión Europea que forman parte del Consejo de Seguridad de la ONU pidieron la liberación de los marineros y de los buques ucranianos capturados por Rusia en el mar Negro.
Francia, Holanda, Polonia, Suecia y Reino Unido llamaron además a Moscú a “restaurar la libertad de paso en el estrecho de Kerch” y urgieron a todas las partes a “actuar con la máxima moderación” para reducir la tensión “inmediatamente”.
Los países de la Unión Europea, según una nota francesa, expresaron una “profunda preocupación” por la situación en el estrecho de Kerch y reiteraron su “total reconocimiento de la integridad territorial, independencia y soberanía de Ucrania en sus fronteras reconocidas internacionalmente”.
Mientras tanto, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) consideró que el uso de la fuerza militar rusa en este caso “no está justificado”. “No hay una justificación para el uso de la fuerza militar contra barcos y personal naval ucranianos”, declaró el secretario general, Jens Stoltenberg, al término de una reunión extraordinaria de la Comisión OTAN-Ucrania, a la que asistieron los embajadores de los 29 países de la Alianza y su homólogo ucraniano.
Estados Unidos también se sumó a las críticas a Rusia. La embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley, afirmó que las acciones rusas suponen una “violación intolerable” de la soberanía territorial de Ucrania. La diplomática calificó lo ocurrido de “otra escalada temeraria” por parte de Rusia y aseguró que se trata de una “acción arrogante” que la comunidad internacional “nunca aceptará”.