Los estadounidenses acudirán mañana a las urnas para renovar un tercio del Senado, los 435 escaños de la Cámara de Representantes y las gobernaciones de 36 estados (de un total de 50). Las midterm elections –como llaman en el país a estos comicios que se celebran en la mitad de cada mandato presidencial– suelen servir para evaluar el desempeño del partido de gobierno y del presidente en sus dos primeros años al frente de la Casa Blanca. Los sondeos indican que la evaluación no sería del todo positiva. Las encuestas más recientes muestran que el gobernante Partido Republicano perdería la mayoría parlamentaria en la Cámara de Representantes, si bien lo más probable es que mantenga el control del Senado.

Un sondeo del diario The Washington Post y la cadena ABC publicado ayer reveló que 50% de la ciudadanía prefiere a los candidatos demócratas para la cámara baja, mientras que 43% respalda a aspirantes republicanos. En las elecciones legislativas se manejan sondeos genéricos –que denominan generic ballot–, en los que simplemente se pregunta a los encuestados si votarían por republicanos o demócratas. Sin embargo, la historia ha demostrado que los resultados de estas encuestas suelen anticipar cómo será la votación.

Para obtener la mayoría en la Cámara de Representantes, el Partido Demócrata necesita obtener 23 escaños más que los que tiene actualmente. Los analistas calculan que podría conquistar hasta 35, según proyecciones divulgadas el sábado por el diario The New York Times. El propio presidente estadounidense, Donald Trump, reconoció el viernes que los demócratas podrían retomar el control de la cámara baja, aunque no se mostró preocupado y dijo que se las arreglará si eso llega a suceder.

Pero la realidad es que estos resultados desdibujarían los planes que el mandatario tiene para los próximos dos años de gobierno. Al controlar una de las cámaras del Congreso, el Partido Demócrata podría bloquear la capacidad de Trump para implementar sus políticas, obstaculizar designaciones en el gabinete e incluso influir en las investigaciones sobre escándalos dentro de su administración.

Consciente de la situación, el presidente hizo una intensa gira para pedir el voto republicano en estados en los que la competencia está reñida. “Necesitamos que voten por una cámara baja y un Senado republicanos para que podamos continuar este increíble movimiento, el mayor movimiento que el mundo ha visto jamás”, dijo Trump el sábado en un acto en Belgrade, Montana. En los últimos dos meses, participó en un total de 30 actos, lo que constituye un récord para un presidente durante una campaña para elecciones legislativas.

Mientras que los candidatos republicanos han basado sus campañas en el buen estado de la economía –que creció de manera constante durante este gobierno y, entre otras cosas, logró la tasa de desempleo más baja en medio siglo y el mayor incremento salarial en casi una década–, Trump se centró en atacar la inmigración. Así, intentó repetir la fórmula que lo llevó a la Casa Blanca hace dos años, aunque, esta vez, su retórica agresiva y xenófoba generó el efecto contrario en varios estados.

El sábado, en el acto de Montana, Trump criticó a los demócratas por “invitar” a caravanas de inmigrantes indocumentados “para que invadan” las comunidades estadounidenses, “acaben” con sus recursos y “abrumen” al país”. Hacía referencia a los miles de inmigrantes centroamericanos que viajan hace semanas desde Honduras con la intención de llegar a Estados Unidos a través de la frontera con México. El mandatario recordó que ya ordenó el despliegue de más de 5.200 militares en la zona fronteriza para impedir su llegada, y dijo que entre ellos hay “criminales” y “malas personas”.

Sus comentarios sobre la inmigración, despegados del tono de la campaña de los candidatos republicanos, mostraron la tensión que hay hace meses entre el presidente y algunos sectores de la formación conservadora. Tanto es así que Trump ha llegado a decir en varios actos de campaña que los votantes deberían ir a votar como si fuera su nombre el que estuviera escrito en la papeleta. Trump también es el protagonista de los discursos de los candidatos demócratas, que prometen ponerles un freno a las políticas que, a su juicio, van en contra del bienestar de la sociedad. La mayoría de ellos se han concentrado en resaltar la necesidad de que se mantenga la reforma sanitaria aprobada en 2010 por el ex presidente Barack Obama, que el presidente quiere derogar desde el día que pisó la Casa Blanca por primera vez.

En esta línea, el fin de semana en un acto de campaña en Atlanta, Georgia, Obama advirtió que Estados Unidos está “en una encrucijada” y que “el seguro médico de millones de personas está en la papeleta”. Por eso, animó a los estadounidenses a “salir a votar”.