Varias ciudades francesas volvieron a ser escenario, el sábado, de protestas contra el aumento del precio de los combustibles lideradas por los “chalecos amarillos”, un movimiento heterogéneo que rechaza el aumento del “costo de vida” en el país. La movilización terminó con 682 personas detenidas y 263 heridos, por enfrentamientos entre manifestantes y la Policía.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, pidió ayer al primer ministro, Édouard Philippe, que esta semana se reúna con la oposición y con los “chalecos amarillos” para buscar una salida a lo que ya se considera una crisis nacional.