El presidente de Francia, Emmanuel Macron, reconoció que se equivocó en la manera de encarar la crisis social, política y económica que atraviesa su país desde hace casi un mes y ayer anunció un paquete de medidas para responder a las demandas del movimiento de los “chalecos amarillos”. Su anuncio llegó dos días después de que las calles francesas volvieran a ser escenario, por cuarto sábado consecutivo, de protestas masivas. Las movilizaciones empezaron el 17 de noviembre en repudio a la suba del precio de los combustibles y para exigir el aumento del salario mínimo y de las jubilaciones, la reducción de los impuestos y, en general, una mejora del poder adquisitivo.

La semana pasada, el primer ministro francés, Édouard Philippe, anunció el congelamiento del precio de los combustibles. Representantes de los “chalecos amarillos” manifestaron que la medida aportaba apenas unas “migajas” y renovaron el llamado a manifestaciones, que decantaron nuevamente en episodios de violencia.

Macron decidió entonces reforzar la respuesta y, en un discurso televisado que duró 13 minutos, decretó un simbólico “estado de emergencia económica y social”. Aseguró que a partir de enero el salario mínimo –que actualmente es de 1.700 dólares– aumentará 114 dólares y bajará los impuestos a trabajadores y jubilados. Sobre estos últimos, dijo que a aquellos que ganen menos de 2.200 dólares mensuales se les anulará el aumento de la Contribución Social Generalizada, un impuesto proporcional sobre los ingresos profesionales o de capital que financia la seguridad social.

El mandatario también adelantó que a partir del año que viene las horas extra estarán exentas de impuestos y solicitó a los empresarios “que puedan” que entreguen a sus empleados una prima de fin de año que también quedará exonerada.

El único reclamo al que no cedió fue al de la reinstauración del impuesto sobre la fortuna, que pagaban las personas con un patrimonio neto superior a los 1,5 millones de dólares y que fue sustituido por un impuesto sobre la fortuna inmobiliaria.

“Queremos una Francia donde una persona pueda vivir dignamente de su trabajo. Pido al gobierno y al Parlamento que hagan lo necesario”, dijo Macron después de enumerar las medidas. El gobernante dijo, por otra parte, que es “comprensible” el descontento de los manifestantes pero condenó la violencia registrada en las protestas y aseguró que sus responsables “no se beneficiarán de ninguna indulgencia”.

Las primeras reacciones entre los grupos de “chalecos amarillos” fueron críticas. Según la agencia de noticias Efe, varios de sus portavoces catalogaron los anuncios de Macron como “insuficientes”. Por su parte, el vocero de la organización sindical Solidarios, Eric Beynel, dijo al diario Libération que se nota un “cambio de estilo” por parte del Elíseo “forzado” por las circunstancias, pero “no hay un cambio político real”. En particular, porque algunas de las medidas van a estar “necesariamente financiadas tomando otros presupuestos en contrapartida”. Beynel dijo que quedó claro que el aumento del salario mínimo sería apoyado por el Estado, pero se preguntó en detrimento de qué parte del presupuesto. “Tenemos la impresión de que es un discurso forzado. No hay un cambio real en la dirección económica y no responderá a tiempo a las cuestiones que fueron señaladas”, agregó.

Los anuncios del presidente francés también fueron puestos en duda por líderes de la oposición. El más duro fue el dirigente de izquierda Jean-Luc Mélenchon, que pidió a la gente que este sábado vuelva a manifestarse de forma masiva por quinta semana consecutiva. “Todo lo que ha anunciado Macron será pagado por el pueblo, nada por los ricos. Ninguna de las reivindicaciones populares por una democracia más participativa ha sido tenido en cuenta”, dijo a la prensa el líder de La Francia Insumisa. Agregó: “Macron se equivocó de época, empezó rezongando al pueblo y sin decir ni una palabra por los heridos” en las manifestaciones. En Twitter, la líder de la ultraderechista Agrupación Nacional, Marine Le Pen, criticó que el presidente “renuncie a una parte de sus extravíos fiscales, pero se niegue a admitir”, y dijo que él representa al modelo “que está siendo cuestionado”. En otro tuit, agregó: “Es el modelo de la globalización salvaje, la competencia leal, el libre cambio generalizado, la inmigración masiva y sus consecuencias sociales y culturales”.