La cumbre del G20 celebrada Argentina terminó el sábado con la firma de una declaración final que, entre otras cosas, reafirma el compromiso de los integrantes del grupo con el Acuerdo de París contra el cambio climático. La declaración conjunta –titulada “Construyendo consenso para un desarrollo justo y sostenible”– establece además que el tratado firmado en la capital francesa es “irreversible”. Sin embargo, este documento no contó con el apoyo de Washington.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se mantuvo fiel a la postura que adoptó desde que llegó a la Casa Blanca y firmó la declaración con la condición de que el texto aclare que su país “reitera su decisión de retirarse del Acuerdo de París y reafirma su fuerte compromiso con el crecimiento económico y el acceso y la seguridad energética, utilizando todas las fuentes de energía y tecnologías, a la vez que protege el medioambiente”.

En el mismo apartado, los signatarios se comprometen a promover el desarrollo sostenible. En este sentido, destacan la importancia de la colaboración entre los sectores público y privado para fortalecer la gestión de riesgos, facilitar la adaptación a un entorno cambiante, proteger la biodiversidad y proporcionar respuestas efectivas para reducir los impactos del clima extremo en la agricultura. Para eso, los países más desarrollados del mundo prometen impulsar la seguridad energética, la sostenibilidad, la eficiencia, la asequibilidad y la estabilidad, haciendo hincapié en la existencia de fuentes de energía variadas –incluidas las renovables– y avances tecnológicos para lograr un futuro con menos emisiones de gases de efecto invernadero.

El resto de la declaración plantea consensos en otros aspectos, como el comercio multilateral, la igualdad de género y el trabajo. Se trata más de un punteo de temas que de un abordaje profundo sobre cómo resolver los distintos problemas.

Trump se mostró más abierto en otros asuntos. El sábado de noche, durante una cena que mantuvo con su par chino, Xi Jinping, accedió a suspender durante 90 días su plan de subir a 25% los aranceles estadounidenses a cientos de productos chinos. El encuentro entre Trump y Xi era uno de los más importantes previstos en el marco de la cumbre en Buenos Aires, en medio de una guerra comercial entre los dos países que se agravó en julio, cuando Washington impuso aranceles por un valor de 250.000 millones de dólares a importaciones de China.

“Los presidentes Trump y Xi han accedido a comenzar inmediatamente negociaciones sobre cambios estructurales” en la economía china, dijo la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, en un comunicado difundido horas después de la reunión. Las conversaciones tratarán, en concreto, “sobre la transferencia forzada de tecnologías, la protección de la propiedad intelectual, las barreras comerciales no aduaneras, las intrusiones cibernéticas y el robo cibernético, los servicios y la agricultura”, precisó.

Ambas potencias tratarán de completar esas negociaciones “en los próximos 90 días” y, mientras dura el diálogo, el mandatario estadounidense accedió a “dejar en el nivel de 10% los aranceles a productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares a partir del 1º de enero de 2019 y no subirlos por ahora a 25%”, como estaba previsto. Si cuando acabe ese período las partes no llegaron a un acuerdo, los aranceles aumentarán, advirtió Sanders.

A cambio, China se comprometió a aumentar sus compras de “productos agrícolas, energéticos, industriales y de otro tipo” procedentes de Estados Unidos para “reducir el desequilibrio comercial” bilateral.