“Un nuevo comienzo para Europa. Una nueva dinámica para Alemania. Una nueva solidaridad para nuestro país”, se titula el acuerdo de gobierno alcanzado por ambos partidos. El documento deja claro desde el comienzo que la prioridad será la situación de la Unión Europea (UE). El acuerdo incluye varios proyectos que supondrán “un cambio fundamental en el rumbo de Europa”, en el que Alemania “ejercerá de nuevo un liderazgo y un papel constructivo”, dijo Schulz. Entre otras cosas, el texto propone “reforzar las finanzas de la UE para que pueda acometer mejor sus tareas” y agrega que Alemania “está preparada para incrementar su contribución al presupuesto europeo”. Una de las pocas especificaciones que incluye es la de que Alemania considera necesarias “reformas estructurales en la zona euro”.

Arribar a un acuerdo fue duro para ambas partes, especialmente por las dificultades que surgieron desde filas del SPD, en las que es muy grande el rechazo a la renovación de la coalición. Para convencer al partido, Merkel tuvo que ceder importantes carteras a socialdemócratas, entre ellas la de Finanzas, la más poderosa del gobierno, así como la de Relaciones Exteriores. El SPD también liderará ministerios más abocados a la cuestión social, como el de Trabajo y el de Asuntos Sociales. Por su parte, la CDU mantendrá Defensa y Economía, mientras su aliada bávara, la Unión Socialcristiana, mantendrá el Ministerio del Interior. Es probable que cuando Merkel dijo, el martes, que estaba dispuesta a hacer “concesiones dolorosas” para acordar un tercer gobierno (no consecutivo) de la coalición CDU-SPD, se refiriera a este reparto de ministerios.

Schulz abandonó ayer su cargo como líder del SPD porque tiene previsto asumir la titularidad del Ministerio de Relaciones Exteriores. Argumentó, también, que es necesaria una renovación de los liderazgos dentro del partido. Schulz ya sugirió un nombre para reemplazarlo, y se trata de alguien que también respalda el acuerdo de gobierno: la diputada Andrea Nahles, hasta ahora jefa del grupo parlamentario socialdemócrata y ministra de Trabajo en el Ejecutivo de Merkel. Será la primera mujer que lidere el SPD en los 150 años del partido.

Además, lo convenido incluye que se disponga un aumento de la inversión en políticas sociales y educativas, con especial énfasis en la ayuda a las familias de menos recursos. Establece un tope a la entrada de refugiados, entre 180.000 y 200.000 por año, lo que implica un fuerte descenso, ya que en los últimos dos años ingresó un millón y medio.

El acuerdo llega a más de cuatro meses de las elecciones, y le queda superar algunos obstáculos para que sea totalmente aprobado. El primero de ellos, y el que se prevé más fácil de sortear, es la aprobación por parte de la dirección del CDU en un congreso a fines de febrero. El siguiente, y el más difícil, es que lo vote la militancia socialdemócrata, para lo cual se prevé que Schulz comience una campaña el sábado. En marzo se convocará una sesión extraordinaria para investir al nuevo gobierno en el Parlamento, donde la extrema derecha, Alternativa por Alemania, pasará a ser el principal partido opositor.

En caso de que el acuerdo sea rechazado, es más que probable que se convoquen nuevas elecciones, lo que extendería por tiempo indefinido el vacío de gobierno que sufre Alemania desde setiembre.

En el camino quedaron la popularidad de Merkel y Schulz, que está cayendo desde la fecha de las elecciones, y el respaldo de la población a la coalición entre las principales fuerzas políticas de Alemania. Según la última encuesta, publicada por el diario Bild, sólo 47,5% de los alemanes apoyan que se mantenga la alianza.