Un internado femenino de Nigeria descubrió el lunes que faltaban unas 90 o 100 estudiantes. El centro había sido atacado durante el fin de semana por el grupo yihadista Boko Haram, y esto generó el temor de que se repitiera lo ocurrido en Chibok en 2014, cuando casi 300 niñas y adolescentes fueron secuestradas, lo que dio paso a una campaña mundial por su rescate. Muchas de ellas todavía continúan en manos del grupo terrorista. La agencia de noticias Reuters informó que un trabajador del internado reconoció que se cruzó con los milicianos de Boko Haram cuando secuestraban a las niñas y les mostró la salida del lugar.

Sin embargo, la Policía y el Ministerio de Educación negaron que hubiera ocurrido un secuestro en este centro, ubicado en la localidad de Dapchi, sobre una ruta secundaria en el noreste del país. Los padres de algunas de las niñas desaparecidas y el testigo dieron declaraciones a agencias internacionales pero pidieron mantenerse en el anonimato, diciendo que el gobierno quiere obligarlos a ocultar lo sucedido.

La versión de las autoridades es que sí se produjo un ataque de Boko Haram, pero no un secuestro, porque las niñas lograron escapar con la ayuda de profesores y personal administrativo. El secuestro de Chibok también fue negado por las autoridades durante unos días.

El gobierno informó ayer en un comunicado que el Ejército rescató a 76 de las niñas desaparecidas y recuperó los cuerpos de otras dos, pero ayer todavía se desconocía el paradero de las demás. “Dos niñas están muertas y no hay explicación”, dijo Babagana Umar, el padre de una de las niñas que regresaron.

Fue diferente la información facilitada por Abdullahi Bego, el portavoz del gobierno de Yobe, región en la que se encuentra la localidad de Dapchi. Según informó la agencia de noticias AFP, Bego dijo que “algunas” de las niñas fueron encontradas por el Ejército después de haber sido “liberadas por los terroristas que las habían secuestrado”. Fue la primera autoridad en referirse a lo sucedido como un secuestro. De acuerdo con una fuente militar citada por AFP, las jóvenes fueron abandonadas porque el vehículo en el que eran trasladadas se rompió mientras era perseguido por militares.

El miércoles el presidente de Nigeria, Muhamadu Buhari, ordenó al Ejército “tomar inmediatamente el control de la situación” en Dapchi.

En proceso

Ya es una costumbre que el gobierno de Nigeria minimice los ataques de Boko Haram e incluso que asegure que tiene dominado al grupo yihadista cuando todo indica que no es así. El 4 de febrero el comandante en jefe del Ejército, el general Rogers Nicholas, aseguró que el grupo había sido derrotado en territorio nigeriano y que su líder, Abu Bakr Shekau, había sido asesinado. Pero cuatro días después Shekau publicó un video en el que aparecía en el bosque nigeriano de Sambisa, que está bajo dominio de Boko Haram, acompañado por algunas de las niñas que fueron secuestradas en Chibok. Ya en 2015 el gobierno había anunciado la derrota del grupo, pero en una y otra oportunidad este volvió a atacar, demostrando que sigue en funcionamiento.

En diciembre Nicholas se hizo cargo de la misión conjunta de militares nigerianos y cameruneses para luchar contra Boko Haram, y algunas de sus operaciones parecen haber tenido éxito. Desde ese entonces casi dejaron de suceder los asaltos masivos a aldeas y los ataques multitudinarios del grupo, que dejaban decenas o cientos de víctimas fatales. Analistas consultados por agencias internacionales también consideran que un indicador de que el grupo perdió poder de organización es el hecho de que la mayoría de sus ataques en lo que va del año hayan sido suicidas, que requieren menos planificación y recursos. Otro elemento que hace pensar que la estrategia de Nicholas tiene efectos es que los países vecinos de Nigeria están denunciando que los integrantes de Boko Haram están huyendo a su territorio.

Las detenciones de sospechosos de integrar Boko Haram tuvieron como resultado la superpoblación de algunas cárceles, donde se denuncia que los detenidos pasan hambre, sufren enfermedades y no cuentan con las condiciones mínimas para sobrevivir.

Hace unas semanas comenzó un juicio masivo a cargo de cuatro jueces contra 2.300 personas acusadas de ser parte del grupo armado. Algunos detenidos están presos desde hace más de cinco años sin nunca haberse reunido con un abogado ni que se les presentaran cargos, lo que ha servido para que se cuestione la validez de este proceso. Además, la mayoría de los sospechosos cuyos casos ya fueron analizados terminaron siendo sobreseídos y liberados. En los interrogatorios, varios aseguraron que fueron secuestrados y obligados a colaborar con el grupo yihadista, y la parte acusatoria carece de pruebas que vinculen a estas personas con Boko Haram.