En 2008, una alianza entre la izquierda y el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) logró apartar del gobierno paraguayo al Partido Colorado, que se había mantenido en el poder por seis décadas, incluso durante la dictadura de Alfredo Stroessner. Aquella coalición terminó con una ruptura entre sus socios y con la cuestionada destitución del presidente Fernando Lugo, que el propio PLRA apoyó. Sin embargo, ahora se reeditó para las elecciones del 22 de abril, con el nombre Gran Alianza Nacional Renovada (Ganar).

Esta vez, encabeza la fórmula el líder del PLRA, Efraín Alegre, y la izquierda está representada por el candidato a vicepresidente, Leonardo Rubín, un periodista de radio y activista, cuya candidatura fue propuesta por el Frente Guasu.

El viernes Leo Rubín, como se lo conoce en su país, pasó su cumpleaños número 51 en Uruguay y conversó con la diaria. Visitó Montevideo junto a Lugo y Alegre para reunirse con representantes del Frente Amplio, y al día siguiente los tres viajaron a Argentina para contactarse con dirigentes políticos y con la comunidad paraguaya en ese país.

–¿Por qué organizaciones políticas tan distintas como las que integran la alianza Ganar coinciden en que es necesario desplazar del gobierno al Partido Colorado?

–El Partido Colorado ha sido tomado por una cúpula corrupta desde la época de la dictadura. Un reflejo de esto es que el hijo del secretario privado de Stroessner [Mario Abdo Benítez] es hoy el candidato colorado a presidente de Paraguay. Cuando le preguntás al respecto da vueltas, mira para otro lado, pero al mismo tiempo reivindica la supuesta obra de Stroessner. Stroessner no hizo ninguna obra, dejó un país empobrecido. Hay una cultura de esa corrupción que es la que tomó al Partido Colorado. Los funcionarios del Estado paraguayo, en su mayoría, son colorados. En la época de Stroessner, si no eras colorado no podías tener ningún trabajo, nadie te daba trabajo. Entonces ellos han conseguido una cantidad de partidarios de manera obligada. A veces la gente ni se entera de algunas prácticas. Por ejemplo, mi esposa apareció en el padrón electoral del Partido Colorado. Ella jamás se afilió; al contrario, es totalmente opuesta a ese partido desde siempre, y tuvo que hacer un trámite para desafiliarse. Pasó el tiempo, y ahora, en la última elección interna del Partido Colorado, volvió a aparecer y le informaron dónde le correspondía votar. En este caso, se trata de que te incorporan sin que te enteres. Pero en otros casos, se hizo conscientemente: si querés ser médico, querés ser policía, querés entrar en el Ejército, tenés que ser colorado. Todo eso generó una cultura corrupta, en la que se hicieron ricos solamente los amigos o los militares o los empresarios. Es contra esa cultura stroessnista que nosotros tenemos que pelear.

–La alianza Ganar tiene un claro perfil electoral. ¿Fue posible también llegar a acuerdos programáticos entre partidos tan distintos como el Frente Guasu, de izquierda, y el PLRA, que incluye sectores que van desde la centroizquierda hasta la derecha?

–A esta alianza se llegó después de dos crisis muy grandes. Una fue la destitución de Lugo, que para mí fue un golpe parlamentario, y la otra fue la llamada “crisis de la enmienda”, del año pasado, cuando se quiso habilitar la reelección presidencial mediante una enmienda –y no una reforma– de la Constitución. Coyunturalmente, el Frente Guasu se alió en el Parlamento con el oficialismo [con la intención de habilitar la reelección de Lugo y del actual presidente, el colorado Horacio Cartes]. Y no salió bien, porque la gente se puso en contra. Entonces parecía improbable una nueva alianza electoral entre el Frente Guasu y el PLRA [contrario a la enmienda]. Sin embargo, se entendió que había un problema mayor, que es que el Partido Colorado continúa en el poder, en un país que se ha empobrecido desde todo punto de vista. Yo creo que se ha empobrecido moralmente, pero también las estadísticas muestran que hay más pobres. Es un país que fue tomado por un presidente que lo maneja como una empresa. Él tiene ese carácter de patrón, ha puesto a un equipo de gerentes de sus empresas como un gabinete paralelo, y los ministerios existen sólo como un formalismo. En este contexto, es lógico que si uno mira de afuera, piense que no nos vamos a poner de acuerdo, pero lo primero que hicimos fue firmar un documento en el que hay ocho ejes programáticos. Eso se firmó y es la hoja de ruta, no es una alianza meramente electoral.

–¿Cuáles son esos ejes?

–El primero es la reforma de la Justicia, que tiene que ser total. En los últimos meses hubo un escándalo con audios filtrados, que se publicaron en la prensa, de miembros del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, que es una figura muy interesante que se puso en práctica a partir de la Constitución de 1992 y que fue pensada para que se controle al Poder Judicial. Pero, como dejaron en evidencia esos audios, terminó usándose como una herramienta política con la que los senadores y los diputados controlan a los fiscales y jueces, y los pueden sacar si no les sirven. Otro eje programático de la alianza es la equidad tributaria: 60% de los ingresos impositivos vienen del IVA, que pagamos todos, pero los sojeros no pagan impuestos. Ellos dicen alimentar al mundo, dicen que son el poder productivo y hacen una serie de reivindicaciones, pero la realidad es que lo que ha ocurrido después de diez o 12 años de expansión sojera es que ha habido una exclusión gigantesca de campesinos. Estamos hablando de unas 100.000 familias por año.

–¿Los sojeros no pagan ningún impuesto?

–Tenían un impuesto que después se cambió para que pagaran un poco más. Pero pagan muy poco, y lo mismo ocurre con los ganaderos. También el impuesto inmobiliario rural es bajísimo: 1% sobre el costo del terreno fiscal. Cuando hay propiedades que valen diez millones de dólares la hectárea en las zonas mayormente productivas, hay gente que paga como impuesto 20 centavos de dólar por hectárea. Por eso se van para allí muchos uruguayos. Hay dos millones de hectáreas en manos uruguayas, sobre todo en el Chaco. Y a esto se agrega el tema ambiental, que yo he puesto en la agenda porque no se hablaba mucho al respecto. En el Chaco paraguayo se deforestan 40.000 hectáreas en un mes, según el último dato, que es de noviembre. Estamos hablando de cuatro veces la superficie de Manhattan en un mes. Otro eje programático tiene que ver con la reforma agraria. Otro con la salud gratuita y de calidad, que también hubo en la época de Lugo. Durante su gobierno se había triplicado el presupuesto de la salud y había remedios en los hospitales y en los puestos de salud pequeños. Ahora no hay, está todo vacío. Otro eje refiere a la educación, también gratuita y de calidad. Y los dos puntos que agregamos los del equipo de la vicepresidencia fueron el tema ambiental y de los pueblos originarios, incluyendo la creación de un Ministerio del Medio Ambiente y del Agua. Paraguay es un país que tiene dos represas hidroeléctricas, una con Brasil, que es la más grande del mundo, y la otra con Argentina. Somos el país que más energía limpia produce en el mundo por habitante, y eso no se vuelca en la población. Por eso, y por el tema de la deforestación, que es tan grave, necesitamos tener un ministerio. El último punto tiene que ver con la cultura, con la innovación tecnológica, economía colaborativa. Hay una hoja de ruta firmada, y desde que firmamos estamos trabajando en más de 30 mesas programáticas sobre educación, energía, género, medioambiente.

–En el gobierno de Lugo también estaba presente la idea de una reforma agraria, pero no hubo avances.

–No se avanzó, justamente, porque no estaba consolidada una alianza. Desde el primer día la alianza comenzó a tener problemas entre sus políticos y representantes. Entonces, el Partido Liberal puede ser clave para que eso ocurra. Yo noto al futuro presidente, Efraín Alegre, muy sensible a los temas sociales. Uno puede pensar que el partido tiene gente de derecha, gente más de centro, incluso algunos integrantes de una oligarquía, pero él está convencido, y habla mucho en los mítines políticos, de la necesidad de una política de justicia social, de una agricultura familiar campesina, por ejemplo, que es la que tiene que evitar la exclusión que genera ese modelo agroexportador. De nuestras tierras, 94% está destinado a la exportación, y debemos tener una soberanía alimentaria. De repente, nosotros importamos tomate o cebolla de Argentina y, más que importadas, entran de contrabando, sin control.

–¿Tienen algún plan específico para solucionar los problemas de los trabajadores rurales, de la agricultura familiar?

–Sí. Hemos tratado el tema con organizaciones campesinas, y se trata en las mesas programáticas, que se están reuniendo casi diariamente. Cuando hablamos de la economía familiar campesina, tenemos que hablar de capacitación técnica, de financiamiento, de subsidios; hoy no se quiere hablar de subsidios. Tenemos que hablar de caminos que hay que abrir, porque muchos caminos están cerrados y la gente no puede sacar sus productos. Tenemos que hablar de cómo desarrollamos aunque sea pequeñas industrias. El otro día estuvimos en una escuela agrícola en una zona muy conflictiva, donde está la guerrilla Ejército del Pueblo Paraguayo, y nos manifestaban que ellos tienen plantaciones de sésamo, y que con un poquito más de 5.000 dólares pueden tener una pequeña procesadora de aceite de sésamo. El gobierno tiene que dar las facilidades para que eso sea posible. Son asistencias básicas. El tema de la agricultura familiar es transversal. Igual que la innovación. Una cosa que queremos, que salió de nuestro equipo de técnicos de la vicepresidencia, es plantear que haya una secretaría de innovación en cada ministerio. Porque si está aislada no tiene la misma incidencia.

–Las políticas de medioambiente se vinculan bastante con su perfil, son un tema en el que también se enfocó como periodista.

–Cuando ellos me proponen como vicepresidente, yo digo: está bien, pero hay temas que quiero poner encima de la mesa, como este.

–Usted no está afiliado a ningún partido, sino que tenía una trayectoria como comunicador.

–Sí, y además de comunicador me siento un activista. En mi programa de radio, principalmente, he manifestado mi posición. Lo hice cuando Lugo fue apartado de la presidencia y dije que era un golpe de Estado, en momentos en que otra gente decía que era un juicio político. Mi posición en otras causas, como en el caso campesino, indígena, le hicieron ver al Frente Guasu que coincidíamos en las mismas reivindicaciones, en las mismas luchas. Cuando me empiezan a hablar de la candidatura, ellos tal vez querían buscar una tercera vía, porque el tema de la enmienda constitucional causó una crispación muy grande entre el Partido Liberal y el Frente Guasu. Cuando propusieron mi nombre, esto facilitó que se estableciera la alianza y que se acercaran otros partidos que están más a la izquierda y gente independiente. Mi familia y mi apellido son muy conocidos allá, en parte por mi padre, que es periodista. Ahora tenemos que conquistar los votos independientes, porque es con ellos que se gana esta elección. El Partido Colorado, en cambio, se está centrando en los colorados. Tiene un piso de 30% de los votantes, que es muchísimo. En el período de Cartes, en 2013, los colorados sí conquistaron votos independientes, porque él se presentaba como el multimillonario que no quiere más plata y viene a hacer poco menos que filantropía, algo que es una gran mentira. Además, era otro el contexto: veníamos de una crisis, del golpe de Estado, y la oposición estaba dividida. Pero si uno suma los votos de los cuatro partidos de oposición que se presentaron, aunque la política no es matemática, el total superaba a los votos del Partido Colorado. Ahora la elección es casi un balotaje, porque no hay otro candidato fuerte. Claramente, hay dos propuestas: el Partido Colorado, con Mario Abdo y Horacio Cartes a la cabeza, y nuestra alianza.

–En Paraguay, como en varios países de la región, hay un movimiento conservador, muy activo, que dice combatir lo que llama “ideología de género” y protesta contra la educación sexual en las escuelas. ¿Cómo lo percibe usted?

–Es una locura. Mi madre [Gloria Rubín] fue ministra de la Mujer en el gobierno de Lugo. Antes, ella tenía una fundación que se llamaba Kuña Aty, que quiere decir “reunión de mujeres”, y era una organización privada que trabajaba en el tema de la mujer y en el tema de la violencia. A las mujeres maltratadas se les conseguía abogado, psicólogo, asistente social. Se hizo un trabajo de capacitación con los fiscales, con las comisarías, y eso le valió que el presidente Lugo la nombrara en la Secretaría de la Mujer, un cargo que ella logró que tuviera rango ministerial. No había refugio para mujeres golpeadas, y se crearon varios en las principales ciudades. Se puso una línea gratuita para llamar. Se hizo un trabajo muy bueno. Es un tema que he mamado desde chico. Y claro que hay que hablar de género. Esconder la palabra “género” es fomentar la violencia contra la mujer. Sí hay un movimiento entre los conservadores, en la derecha más radical, a veces también vinculado con grupos católicos o evangélicos. Ellos mezclan –esa es la parte que me perturba–, porque si hablás de género te dicen que estás en contra de la familia. Yo tengo cuatro hijos, dos niñas y dos varones, me siento el rey de los familieros, me encanta ser padre, les cocino, estoy ahí.

–¿Con qué expectativas llegaron hoy a Uruguay?

–En el caso de Uruguay, nosotros tenemos mucha admiración hacia el proceso que hizo el Frente Amplio, y nos queremos ver en este frente adquiriendo experiencia. En esta visita puntualmente pedimos que vengan observadores para las elecciones del 22 de abril, la mayor cantidad que puedan, porque hay olor a fraude, entonces estamos preocupados. El Partido Colorado maneja también la Justicia electoral.

–¿Qué aprendizaje dejó la anterior experiencia de gobierno en coalición, con Lugo como presidente?

–Deberíamos aprender de los errores que cometimos. En 2008 hubo una alianza electoral, pero no hubo gobernabilidad, claramente. Ahora estamos muy convencidos de que no vamos a cometer los mismos errores que en el pasado. Nada es fácil, se va a ir construyendo.