El límite de dos mandatos se estableció en 1982 mediante una reforma constitucional aprobada después de que la presidencia de Mao Zedong se extendiera por 23 años, de 1943 a 1979. La Asamblea Nacional Popular tendrá sus dos sesiones parlamentarias a lo largo de este mes, y dada la disciplina partidaria y el hecho de que Xi dirige el PCC, se da por descartado que la reforma será aprobada.
El otro límite que tienen los dirigentes chinos para mantenerse en la presidencia es más bien una costumbre: dejan el cargo cuando cumplen 68 años. Sin embargo, dirigentes comunistas han manifestado que eso es sólo una tradición que puede no cumplirse en el caso de Xi, que cumple 68 en 2021.
Pero ese no será el único cambio. El Comité Central del PCC también propuso que se incorpore a la Constitución el documento “Pensamiento de Xi Jinping sobre socialismo con características chinas para una nueva era”, algo que ya había sido aprobado en el 19º Congreso del Partido Comunista en octubre. La incorporación implica que las teorías que respaldan las políticas de Xi sean estudiadas en las escuelas y que sean aprendidas y seguidas por todos los políticos. La inclusión del pensamiento en la Constitución con nombre y apellido es un reconocimiento que sólo tenían Mao –el único que lo recibió en vida, igual que Xi– y Deng Xiaoping –que fue presidente de 1978 a 1989 y es considerado uno de los artífices de la China moderna–. De acuerdo con especialistas en China consultados por medios internacionales, el pensamiento de Xi une la apertura de una nueva era ya consignada por sus antecesores, Jiang Zemin y Hu Jintao, con la idea de un socialismo chino presente en las ideas de Deng.
Desde que comenzó su mandato, en 2013, Xi empezó a acumular poder. Además de liderar los tres pilares del sistema político chino –el PCC, el Estado y la Comisión Militar Central–, Xi concentra el liderazgo de muchas comisiones que dirigen las distintas instituciones del país.
Xi también cuenta con un amplio respaldo popular, en gran medida gracias a su campaña en contra de la corrupción, que ha causado una sangría de dirigentes del PCC de primera línea. La persecución de estos delitos también ha llevado a que sean condenados los políticos que podían ser adversarios de Xi en la búsqueda de la dirección del partido o que podían oponerse a la idea de que se mantenga en el poder más allá de 2023.
Visiones opuestas
El anuncio generó críticas de activistas, que utilizaron las redes sociales chinas para protestar por la decisión, que fue considerada un retroceso y generó comparaciones con Corea del Norte. Por ejemplo, una de las caras más visibles de la revolución de los paraguas en Hong Kong, Joshua Wong, dijo que la medida “significa que China volverá a tener a un dictador como jefe de Estado”.
Desde Hong Kong y Taiwán fueron múltiples los pedidos de que esta reforma no se lleve adelante, y provinieron de activistas, profesores y políticos que se pronunciaron tanto en las redes sociales como en entrevistas con medios de comunicación internacionales. “Un tirano como Xi sólo puede ir a más”, dijo a la agencia de noticias Efe Kenneth Chan, profesor de Estudios Internacionales en la Universidad Baptista de Hong Kong.
Por su parte, la directora del Centro Asiático de la Universidad Tamkang, en Taiwán, Joyce Lin, dijo a la misma agencia que “esta medida refuerza el afán chino de protagonismo internacional como gran potencia y su intento de conformar un nuevo orden mundial con reglas de juego diferentes de las imperantes, promovidas por Estados Unidos”.
Un grupo de intelectuales chinos, algunos de los cuales han estado vinculados al PCC, envió una carta a los legisladores pidiéndoles que no apliquen los cambios constitucionales que eliminan el límite de dos mandatos para los máximos jerarcas. Li Datong, que fue editor de la revista Bingdian, ligada a las Juventudes Comunistas, fue el redactor de la misiva, en la que se indica que esta decisión sería “un paso atrás en la Historia” y que podría ser “la semilla del caos” en China.
Dentro de China existe un fuer- te control para evitar las críticas al gobierno, tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales. En los últimos días, el gobierno ordenó que se redoble el trabajo de control sobre las redes sociales y servicios de mensajería instantánea para evitar que permanezcan las críticas. La censura alcanzó a palabras y frases como “emperador”, “ascenso al trono” y “yo me opongo” o sus variantes, así como a las comparaciones con otros mandatarios que se han eternizado en el poder, como Yuan Shikai, el general que presidió la primera república y se autodenominó emperador. También se están censurando las imágenes de Winnie the Pooh, que es utilizado para burlarse de Xi por un supuesto parecido físico entre ambos.
En cambio, el Ejército chino sí respaldó la continuidad de Xi en el poder. En el editorial de su diario oficial, el PLA Daily, se afirma que esta reforma es “muy necesaria”, llega “en el momento adecuado” y “refleja los nuevos logros, experiencias y demandas necesarias para el desarrollo de la formación [en referencia al PCC] y del país”.
El plan del PCC y de Xi recibió otro respaldo, en este caso quizá inesperado: el del presidente estadounidense, Donald Trump. En una reunión con donantes republicanos en su residencia en el sur de Florida, Mar-a-Lago, Trump calificó de “fantástico” que Xi, a quien definió como alguien “estupendo”, vaya a ser “presidente de por vida”, informó la cadena de noticias CNN. Generando risas entre los republicanos presentes, Trump agregó: “Quizá tendríamos que intentar eso algún día”. Si bien según los presentes los comentarios de Trump fueron en broma, fueron objeto de algunas críticas en Twitter. Por ejemplo, el diputado demócrata Ro Khanna aseguró que fue “el sentimiento más antiestadounidense expresado por un presidente estadounidense” y consideró que “George Washington se debe de estar revolviendo en su tumba”.