Por segunda vez, Sebastián Piñera asumió ayer la presidencia de Chile. Gobernará con un gabinete conservador y un Congreso en el que ningún partido cuenta con la mayoría parlamentaria. Las primeras palabras de Piñera como presidente anunciaron su intención de “privilegiar el rol de la familia”.
El nuevo gabinete chileno está integrado por 16 hombres y siete mujeres. Muchos de los ministros se desempeñaban en el área privada, y en distintas instancias han mostrado un perfil más conservador en las políticas sociales y liberal en las económicas. Siete de ellos ya estuvieron a cargo de ministerios durante el anterior gobierno de Piñera (2010-2014), como el titular del Interior, Andrés Chadwick, el de Hacienda, Felipe Larraín, y la ministra portavoz, Cecilia Pérez.
En el Congreso, la coalición de gobierno contará con 19 de las 43 bancas en el Senado y 73 de los 155 diputados, números que la obligarán a buscar alianzas para impulsar cualquier iniciativa parlamentaria. La primera decisión del Congreso ya fue una señal en este sentido: ambas cámaras serán presididas por socialistas: Carlos Montes en el caso del Senado y Maya Fernández, nieta de Salvador Allende, en Diputados.
Después del cambio de mando, que fue muy protocolar y el más corto en la historia reciente de Chile, Piñera hizo su primera actividad política como presidente: visitó la fundación Padre Semeria, un centro que colabora con el Servicio Nacional de Menores (Sename). Hay un consenso en Chile en cuanto a que la situación del Sename es crítica y que son necesarias reformas, aunque hay diferencias sobre cuáles son las soluciones que deben adoptarse.
Piñera anunció que en sus primeros días como presidente enviará al Congreso proyectos de ley vinculados con la infancia. Entre otras cosas, habrá cambios institucionales: buscará reemplazar el “fallido” Sename por dos servicios nuevos, uno para los niños y adolescentes vulnerables y otro para los menores de 18 años que hayan cometido delitos. También prometió “privilegiar el rol de la familia” transformando el Ministerio de Desarrollo Social en el de la Familia y el Desarrollo Social, y la Subsecretaría de la Niñez en la de Familia e Infancia.
Además, Piñera se propone “aumentar significativamente la subvención que reciben las instituciones colaboradoras del Sename”, que son mayoritariamente organizaciones civiles vinculadas con la iglesia católica, y “promover el rol de la sociedad civil en el cuidado y la protección” de los niños chilenos.
Otras de las diez medidas que enumeró al iniciar su mandato fueron la modificación de la ley de adopciones para “acelerar y simplificar” el proceso y la creación de “un sistema de alerta temprana” para identificar los casos de niños y adolescentes que estén cerca de desertar de la escuela o el liceo, que consuman drogas, hayan abandonado su hogar o cometido un primer delito.
A otra cosa
Al dejar el gobierno en manos de Piñera, la presidenta saliente, Michelle Bachelet, ratificó su decisión de no regresar al cargo. “A esto yo no vuelvo”, dijo entre risas.
Su mandato implementó una serie de transformaciones en Chile, que incluyen una reforma tributaria que aumentó los impuestos sobre las empresas, el fin del sistema electoral binominal, la gratuidad en la educación terciaria para los estudiantes con menos recursos, así como la despenalización del aborto para tres causales y la unión civil para personas del mismo sexo. El último cambio promovido por la presidenta llegó tarde, en la última semana de su mandato, cuando envió un proyecto para reformar la Constitución aprobada durante la dictadura. Es poco probable que ese proyecto avance ahora que Piñera lidera el Ejecutivo.
Las últimas horas del gobierno de Bachelet estuvieron marcadas por su incumplida promesa de cerrar Punta Peuco, la prisión donde cumplen su pena los condenados por delitos de la dictadura, y donde se ha denunciado una y otra vez que disfrutan de privilegios. El sábado circularon rumores de que la presidenta había firmado la orden de cierre, pero lo descartó la ahora ex vocera del gobierno, Paula Narváez. “No se pudo”, lamentó ayer. Su sucesora en el cargo, Cecilia Pérez, también reafirmó ayer algo que ya se esperaba del gobierno de Piñera: “Nunca ha estado en nuestra voluntad cerrar ese recinto penitenciario”. Decenas de personas se movilizaron ayer frente al Palacio de La Moneda para reclamar el cierre de esa cárcel, mientras los ministros y la presidenta partían rumbo a la ceremonia de cambio de mando.