Alrededor de dos decenas de personas se reunieron frente a la casa en Mar del Plata del represor Miguel Etchecolatz en la madrugada del sábado, cuando un móvil de la Policía Federal fue a buscarlo para trasladarlo a la cárcel de Ezeiza. Celebraron, aplaudieron, lo insultaron y también cantaron: “A donde vayan los iremos a buscar”.

El viernes, la Cámara Federal de Casación Penal revocó el beneficio de la prisión domiciliaria que se le había otorgado a quien fuera el jefe de la Brigada de Investigaciones de la Policía de la provincia de Buenos Aires durante la dictadura. Etchecolatz acumula seis condenas por crímenes de lesa humanidad, una de ellas perpetua, por haber sido responsable de delitos como tortura, homicidio, desaparición forzada y robo de bebés.

En diciembre un tribunal le concedió la prisión domiciliaria argumentando razones de salud, pero la decisión fue apelada por organizaciones de derechos humanos y familiares de sus víctimas. En la Cámara Federal de Casación Penal dos de los tres jueces votaron por revocar el beneficio. En el fallo, manifestaron que “el estado de salud que presenta Etchecolatz no impide que permanezca alojado en el establecimiento penitenciario recibiendo la atención y los controles médicos adecuados para el tratamiento de sus patologías”.

La decisión de que Etchecolatz vuelva a la cárcel fue celebrada no sólo por sus vecinos de Mar del Plata, que han hecho varias movilizaciones contra su presencia en el barrio, sino también por varias organizaciones militantes por los derechos humanos, como Abuelas y Madres de Plaza de Mayo e HIJOS.