La campaña electoral para elegir al próximo presidente de Rusia ya entró en la recta final y nadie duda del triunfo de Putin. La última encuesta, elaborada por el Centro de Investigación de Opinión Pública de Rusia y difundida hace una semana, reveló que 69,5% de la población rusa respalda la reelección del actual mandatario. En segundo lugar, lejísimos y con 7,5% de apoyo, se ubica el candidato del Partido Comunista de Rusia (PC), Pavel Grudinin.

Otros seis aspirantes se disputarán la presidencia de Rusia, aunque conscientes de que todavía no es su turno de liderar el Kremlin: la independiente Ksenia Sobchak –única mujer en la competencia–, el ultranacionalista Vladimir Zhirinovski, el socialdemócrata y ecologista Grigori Yavlinski, el empresario Borís Titov, el nacionalista Serguéi Baburin y Maxim Suraikin, líder de Comunistas de Rusia, una organización alternativa al PC.

El gran ausente en las papeletas será Alexei Navalni, principal líder de la oposición extraparlamentaria y cuya figura emergió en 2011,cuando convocó a protestas callejeras para denunciar las irregularidades en las elecciones presidenciales de ese año.

Putin –que aspira a su cuarto mandato– recién se sumó a la campaña el jueves, tras dos meses de ausencia en los que se negó a participar en debates y no lideró ningún acto, contrariamente a lo que estuvieron haciendo sus contrincantes. Para estrenarse, el presidente ruso eligió ni más ni menos que el discurso sobre el Estado de la Nación que brindó ante el Parlamento, un acto que tradicionalmente se lleva a cabo en diciembre y que el Kremlin esta vez pospuso sin dar argumentos concisos.

Este acto –que fue transmitido en directo por televisión– le permitió a Putin repasar los logros de los últimos 14 meses, además de exponer el programa con el que se presenta a la reelección. El mandatario se comprometió a reducir “como mínimo a la mitad” el nivel de pobreza, luchar contra la contaminación y sacar a Rusia de su “atraso”, especialmente en el plano tecnológico. También prometió “garantizar un crecimiento sostenido de los ingresos reales” de los ciudadanos, “renovar la estructura del empleo, hoy en gran medida ineficaz y arcaica”, y “dar a la gente un buen trabajo que traiga bienestar”.

Además, y para sorpresa de muchos, Putin reconoció que “para ir hacia adelante y crecer de forma dinámica”, se debe “ampliar el espacio de libertades en todas las esferas”, así como “fortalecer las instituciones democráticas, el autogobierno local, las estructuras de la sociedad civil y la Justicia”.

En otro capítulo de su discurso, Putin presentó el nuevo misil balístico Sarmat, que tiene un “alcance prácticamente ilimitado” y que, dijo, convierte en “inútil” el escudo antimisiles de Estados Unidos. A la vez, reveló que el Ejército ruso ya dispone de “complejos con armamento láser” y “armas hipersónicas”, así como de un misil de largo alcance lanzado desde un submarino y capaz de llevar una cabeza nuclear.

El mismo día, el Kremlin lanzó una agresiva campaña para motivar a los rusos a participar en las elecciones, que entre otras cosas incluye visitas “puerta a puerta” para hacer un registro de votantes, informarles de sus derechos y regalarles imanes.

Algunos políticos opositores han puesto en duda la legalidad de esta estrategia, pero la presidenta de la Comisión Electoral, Ella Pamfílova, defendió el método y aseguró que el gobierno puede informar a la ciudadanía de la forma que considere más adecuada. Desde ese entonces, un lema bastante significativo empapela las calles rusas: “Nuestro país. Nuestro presidente. Nuestra elección”. No hace falta ni poner el nombre.

No son competencia

Los candidatos que se enfrentarán a Putin el 18 son tan poco populares, que sólo cuatro –incluido el favorito– son conocidos por más de la mitad de los encuestados, de acuerdo con un sondeo del Centro de Investigación de Opinión Pública publicado la semana pasada.

Al ser consultados por los nombres de los aspirantes, 82% de los encuestados pudo nombrar a Putin; 60% citó a Sobchak y al ultraderechista Zhirinovski, y 55% nombró al comunista Grudinin. Los demás –Yavlinski, Titov, Baburin y Suraikin, en ese ordenfueron mencionados por menos de 37% de los interrogados.

El sondeo muestra, según la encuestadora, que las elecciones simplemente no generan un gran interés entre los ciudadanos.

La popularidad de Sobchak, la única mujer que aspira a la presidencia de Rusia, se debe a que es periodista y conductora de televisión. La candidata, de 36 años, reconoció en una conferencia de prensa que no llegará al Kremlin ahora, pero dijo que confía en que las elecciones la catapulten a la gran política para volver a postularse en 2024.

Si bien se presenta como una candidata “contra todos” y representante de las “fuerzas democráticas”, sus detractores la acusan de ser un “proyecto del Kremlin”, ya que es hija de Anatoli Sobchak, ex alcalde de San Petersburgo y mentor del mismísimo Putin. Algunos medios, incluso, afirman que es la ahijada del presidente. “No veo sentido en explicar por enésima vez que eso es absurdo”, respondió ella hace dos semanas al ser consultada al respecto en la conferencia de prensa.

No es casual que le siga en popularidad el ultranacionalista Zhirinovski, un veterano de 71 años que se presenta por sexta vez a la presidencia. Su discurso es siempre el mismo: agresivo contra “Occidente”, adulador de la grandeza imperial de Rusia y anticomunista. “Putin fue comunista. Sobchak es hija de un comunista. De los ocho candidatos soy el único que nunca ha estado asociado al comunismo”, dijo la semana pasada en una reunión con periodistas extranjeros.

En estos días, el nombre de Zhirinovski sonó fuera de Rusia, porque aseguró que en caso de ganar las elecciones lanzará un ataque nuclear contra Estados Unidos y encarcelará a los opositores, entre otras cosas. “Si soy presidente estaremos obligados a propinar un ataque [nuclear] preventivo para terminar con las amenazas a Rusia. Mi ataque será terrible y acabará de una vez por todas con Estados Unidos. Ese país no volverá a amenazar a nadie”, dijo. A la vez, el candidato ultranacionalista denunció que Estados Unidos tiene planes de iniciar “la tercera guerra mundial dentro de cinco o seis años”.

Y no terminaron ahí las propuestas polémicas: también amenazó con provocar tecnológicamente un “invierno interminable” en Europa, lo que causaría la muerte por inanición del continente y una migración masiva hacia Rusia, y prometió acabar con el “éxodo” de mujeres rusas hacia “países de Occidente”. Agregó: “Claro, las nuestras son guapas y capaces, y las suyas no saben ni cocinar ni cuidar de sus maridos”. Tampoco fue tímido a la hora de advertir que si los ucranianos llegan a atacar las regiones pro rusas de Donetsk y Lugansk cuando él sea presidente, ordenará invadir el país vecino.

El miércoles, Sobchak y Zhirinovski protagonizaron un fuerte cruce en un debate televisado en el que participaron todos los candidatos menos Putin. El episodio tuvo lugar mientras Baburin hablaba del candidato ultranacionalista, quien lo interrumpió y lo acusó de “mentiroso”. Sobchak intervino después y, dirigiéndose al septuagenario, dijo: “A su edad, no es bueno preocuparse de esa manera, de verdad”. Zhirinovski respondió con una batería de insultos que incluían “estúpida”, “basura”, “vieja asquerosa” y “puta”. Ella contestó sin palabras y, directamente, le tiró un vaso de agua en la cara.

La última ronda de debates tendrá lugar el jueves 15, tres días antes de las elecciones. Será difícil anticipar el guion.