El ministro de Relaciones Exteriores británico, Boris Johnson, aseguró que el gobierno de Reino Unido responderá “enérgicamente” si descubre que Rusia está detrás del envenenamiento del ex espía ruso Sergei Skripal, quien hasta ayer se encontraba hospitalizado y en terapia intensiva.

Unas horas antes, la embajada rusa en Reino Unido pidió a Londres que le proporcionara información oficial sobre el caso para analizarlo, a la vez que exigió que se notificara a la sociedad británica sobre la “situación real” para “poner fin a la demonización de Rusia”.

Skripal, de 66 años, era coronel a cargo del personal de la Dirección Principal de Inteligencia de Rusia. En 2006, fue condenado a 13 años de prisión por “alta traición al Estado” después de que una investigación concluyó que colaboró durante años con los servicios de espionaje británicos (MI6). Sin embargo, no llegó a cumplir toda la condena porque, en 2010, recibió el perdón del entonces presidente de Rusia, Dimitri Medvedev. Unos meses después, fue puesto en libertad, junto a otras tres personas detenidas en su país, a cambio de que Estados Unidos enviara a Moscú a diez espías rusos. Después fue enviado a Reino Unido, donde parecía llevar una vida tranquila.

El ex espía fue hallado en estado inconsciente el domingo en un banco de una plaza pública de la ciudad británica de Salisbury, sin lesiones físicas y con “síntomas de intoxicación”, dijeron las autoridades. A su lado, en la misma situación, se encontraba su hija Yulia, de 33 años. Ambos permanecían internados en estado grave ayer.

La Policía confirmó que también está hospitalizado un funcionario de los servicios de emergencia que atendió a los Skripal mientras eran trasladados al centro médico. A la vez, la cadena BBC informó que dos policías del condado de Wiltshire –al que pertenece Salisbury–, que los atendieron en la plaza, también presentaron “síntomas menores” de intoxicación, como los ojos irritados.

El caso recuerda al del ex espía ruso Alexander Litvinenko, quien murió en Londres en 2006, después de ser envenenado con la sustancia radiactiva Polonio-2010 que contenía una taza de té que tomó en un hotel mientras estaba reunido con dos ciudadanos rusos.