Las voces de rechazo al ataque conjunto que perpetraron el viernes Estados Unidos, Francia y Reino Unido contra instalaciones gubernamentales sirias se multiplican con el correr de los días, en medio de aguas internacionales profundamente divididas.

La última advertencia llegó desde China, que ayer pidió a Washington y a sus aliados europeos que “aprendan de la historia y eviten la repetición de tragedias pasadas”, según declaró la portavoz de la cancillería, Hua Chunying, en una conferencia de prensa. “¿Nos hemos olvidado de las lecciones del conflicto iraquí? Hay que recordar las lecciones del pasado”, insistió.

La vocera china dijo además que las acusaciones de que el gobierno del presidente sirio, Bashar al Assad, “incurre en ataques químicos”, carecen de “legitimidad” y no hacen más que “criminalizar a Siria y justificar la acción militar”. También afirmó que la operación militar de los tres países viola la Carta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ya que “va en contra de la ley internacional llevar a cabo ataques de castigo contra Siria”. Finalmente, recordó que Pekín se opone al uso de armas químicas, “para cualquier propósito y en cualquier circunstancia, por parte de cualquier país, organización e individuo”, y enfatizó que el conflicto sólo puede solucionarse “de forma política”.

Una reacción más tibia tuvieron los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europea. Reunidos ayer en Bruselas, evitaron dar un apoyo explícito al ataque a Siria y se limitaron a asegurar que lo entienden.

Washington, París y Londres afirman que el ataque del viernes fue lanzado en represalia por una ofensiva del sábado 7 en la localidad siria de Duma, en la que cerca de 70 personas murieron y decenas resultaron afectadas, con síntomas de haber estado expuestas a agentes químicos, según informaron medios internacionales. Los tres gobiernos responsabilizan por ese ataque a Al Assad y a Moscú, que respalda al gobierno sirio.

Los países que rechazaron el ataque del viernes consideran que, además de “ilegal” y de no haber contado con el aval del Consejo de Seguridad de la ONU, la ofensiva se llevó a cabo antes de que la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) hiciera una investigación para determinar si efectivamente se utilizaron armas químicas en Duma. Una delegación de esta organización aterrizó el viernes en suelo sirio, pero hasta la tarde de ayer todavía no había podido acceder a la localidad en cuestión. La OPAQ aseguró que sus expertos no habían podido llegar a Duma por “cuestiones de seguridad” alegadas por Rusia y Siria. Mientras esperan que estén dadas las condiciones, las autoridades sirias ofrecieron a los inspectores trasladarse a Damasco para entrevistar a 22 testigos de lo ocurrido en Duma.

El embajador estadounidense ante la OPAQ, Ken Ward, dijo ayer durante una reunión de la organización que su país sospecha que Rusia “podría haber visitado” Duma para “falsificar” las pruebas y “obstaculizar los esfuerzos de la misión de investigación para llevar una investigación eficaz”. De inmediato, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, “garantizó” que no hubo “manipulación” de parte de su país e insistió en que lo del ataque en Duma fue un “montaje”.

En una línea contraria a la de Estados Unidos, el representante de Siria ante la OPAQ, Bassam Sabbagh, dijo que no es coincidencia que el ataque con misiles contra su país que tuvo lugar el viernes haya coincidido con la llegada de la misión internacional. Según declaraciones a la agencia oficial siria SANA, el objetivo del ataque es “obstaculizar” la labor de la organización y ejercer presión para ocultar las “manipulaciones” de Washington y sus socios.

Mientras tanto, los gobernantes de Francia y Reino Unido rindieron cuentas públicamente. La primera ministra británica, Theresa May, defendió ayer ante el Parlamento que el ataque coordinado con Estados Unidos y Francia fue “legalmente correcto”, a pesar de no contar ni con el respaldo de la ONU ni con el de sus propios parlamentarios. “No se trataba de intervenir en una guerra civil ni de cambiar un régimen. Fue un ataque efectivo y con objetivos limitados para aliviar el sufrimiento de los ciudadanos sirios”, argumentó May en la Cámara de los Comunes, antes de agregar que “no se podía esperar”. La líder conservadora dijo que su decisión estuvo basada en la opinión de médicos y científicos británicos que, después de analizar imágenes obtenidas de “fuentes abiertas”, concluyeron que cientos de personas fueron expuestas en Duma a “químicos tóxicos”. El gobierno británico tuvo en cuenta, además, los testimonios de “primera mano” de organizaciones civiles que se encuentran sobre el terreno e informes de la Organización Mundial de la Salud, agregó May.

La defensa de May no convenció al líder de la oposición británica, el laborista Jeremy Corbyn, quien consideró que la acción militar fue “legalmente cuestionable” y exhortó a la primera ministra a publicar “por completo” el asesoramiento proporcionado por la Fiscalía General de Reino Unido, que, según la líder conservadora, dio luz verde al ataque desde el punto de vista jurídico.

El día anterior, el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo en una entrevista televisada, realizada por periodistas del canal BFM-TV, la radio RMC y el diario Mediapart, que el ataque fue “legítimo en el marco multilateral”, y reiteró que Francia tiene pruebas suficientes de que Damasco usó armas químicas en Duma. También insistió con que la intervención era “necesaria” para restablecer la “credibilidad de la comunidad internacional”, especialmente ante Rusia, dijo, y también ante Irán y Turquía, los otros interlocutores clave en cualquier salida política en Siria.