El asesinato de tres trabajadores del diario colombiano El Comercio que habían sido secuestrados el 26 de marzo sacudió a Ecuador. El equipo integrado por el periodista Javier Ortega, el fotógrafo Paúl Rivas y el chofer Efraín Segarra había viajado a la ciudad de Esmeraldas para investigar la violencia creciente en la zona más al norte de la frontera con Colombia.

Allí está creciendo la influencia del Frente Oliver Sinisterra, una agrupación de ex integrantes de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que se negó a desmovilizarse con la firma del acuerdo de paz. Su líder es Walter Patricio Arizala Vernaza, que se supone que es ecuatoriano. Ayer Pablo Catatumbo, uno de los líderes de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, la organización política que surgió tras la desmovilización de las FARC, manifestó que ese partido “condena de manera rotunda” los asesinatos, que calificó de una “barbaridad”.

El Comité Internacional de la Cruz Roja informó que recibió una petición del gobierno ecuatoriano, las familias de las víctimas y el Frente Oliver Sinisterra para gestionar la “recuperación humanitaria” de los cuerpos. Sin embargo, ayer el gobierno reconoció que no se sabe dónde están ni si el asesinato se cometió en Ecuador o en Colombia.

El viernes, el gobierno colombiano envió como señal de apoyo a su ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, y a otras autoridades de las fuerzas de seguridad. Sin embargo, en una conferencia de prensa, el presidente Juan Manuel Santos subrayó que se trata de un crimen cometido en Ecuador por un ecuatoriano.