Unos 150 migrantes que recorrían juntos América Central y México desde marzo llegaron a un puesto fronterizo, la garita internacional de San Ysidro, para pedir refugio en Estados Unidos. La caravana, convocada por la organización Pueblo sin Fronteras, comenzó en Honduras, de donde proviene la mayoría de sus integrantes, y sumó a guatemaltecos, salvadoreños y nicaragüenses a medida que avanzaba hacia México. Llegó a reunir 1.500 personas.

En respuesta a esta movilización, el presidente estadounidense, Donald Trump, ordenó semanas atrás militarizar la frontera con México, acusó a las autoridades de ese país de no hacer lo suficiente para frenar la migración, y volvió a defender la construcción de un muro fronterizo.

Desde el comienzo, los organizadores de la caravana aclararon que la mayoría de sus integrantes no planeaba llegar a Estados Unidos sino quedarse en México, en muchos casos para reunirse con familiares que viven allí. El director de Pueblo sin Fronteras, Irineo Mujica, dijo en abril a la BBC: “México ya no es sólo un país de tránsito, es de destino. Porque al llegar a la frontera no hay manera de cruzar. Muchos se quedan en Tijuana, en Monterrey, en Guadalajara, en la Ciudad de México. Ciudades grandes donde hay trabajo”.

Agregó que “la caravana es una manera de sensibilizar al pueblo mexicano del calvario que sufren los migrantes en su camino”. Enfrentan abusos de parte de las autoridades, la violencia de grupos delictivos y dificultades para conseguir la calidad de refugiados.

Las autoridades migratorias estadounidenses aceptaron ayer tramitar las primeras solicitudes de asilo, las de ocho integrantes de la caravana, cuatro de ellos niños que viajaron con sus madres. La noticia fue celebrada como un triunfo por todos los demás, que anoche esperaban del lado mexicano. Sin embargo, el trámite puede ser largo y no asegura que el refugio será concedido.

Por otra parte, las autoridades anunciaron acciones contra otras 11 personas que identificaron como parte de esta caravana y que cruzaron la frontera sin autorización. El Departamento de Justicia de Estados Unidos decidió acusarlos de “ingreso ilegal” al país eludiendo “a sabiendas” los controles fronterizos.

El vicepresidente estadounidense, Mike Pence, se reunió el lunes con representantes de la Patrulla Fronteriza en Caléxico (Estados Unidos). Visitó la ciudad para ver de cerca el avance de los trabajos para reforzar una valla que la separa de Mexicali (México) y que ahora tendrá nueve metros de altura.

Pence dijo allí, en una base militar, que la llegada de la caravana se debe a la falta de leyes de migración más rigurosas. Ante integrantes de la Patrulla Fronteriza, el vicepresidente agregó que el gobierno “no va a descansar” hasta que el Congreso apruebe nuevas normas y se retiren así “los incentivos a la gente del sur que intenta ingresar” a Estados Unidos. Agregó: “Déjenme hacerles una promesa: el muro fronterizo vamos a construirlo completo”.