En un discurso televisado, el presidente de Argentina, Mauricio Macri, anunció el “inicio de conversaciones” con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para obtener una nueva línea de crédito. “Esto nos va a permitir avanzar en este plan de crecimiento y desarrollo, dándonos respaldo para enfrentar este escenario global y evitar crisis como las que hemos tenido”, dijo.

Macri agregó que este paso es “preventivo” y que permitirá “avanzar en este plan de crecimiento y desarrollo” que impulsa su gobierno. Consideró que “el problema” detrás de la situación económica que vive Argentina, que evitó calificar de crisis, es que “las condiciones mundiales están cada día más complejas”, y que el suyo es uno de los países del mundo “que más dependen del financiamiento externo” debido al gasto público “heredado”.

“Esta decisión la tomé pensando en el bien de todos los argentinos, no mintiéndoles como tantas veces lo han hecho. Cumpliendo con los compromisos y alejándonos de la demagogia y la mentira. Estoy convencido de que el camino que tomamos va a lograr un mejor futuro para todos”, concluyó el gobernante.

La implementación del plan será inmediata: el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne; el jefe de asesores de la cartera, Guido Sandleris; y el viceministro de Economía, Sebastián Galiani, viajaron anoche rumbo a Washington para iniciar las negociaciones.

Después del presidente habló Dujovne en conferencia de prensa. Aseguró que un préstamo del FMI permitirá al gobierno “seguir con el plan gradualista” de recorte del gasto público que aplica el Ejecutivo desde que comenzó su mandato. El ministro no habló de plazos ni de cifras –versiones recogidas por los medios argentinos hablan de entre 20.000 y 30.000 millones de dólares–, pero sí dijo que la tasa de interés será inferior que la que habría que pagar si el préstamo se pidiera en el mercado financiero.

Dujovne también justificó que Argentina vuelva a recurrir al FMI, y afirmó que el organismo “ha aprendido de las lecciones del pasado” y respaldará un plan gradualista en lugar de promover un fuerte ajuste, como solía hacer con los países de la región. Estas declaraciones contradicen afirmaciones que él mismo había hecho al canal de televisión TN hace sólo dos años, cuando todavía no ocupaba ningún cargo en el Ejecutivo. “Argentina ha elegido la vía gradualista con un endeudamiento en el mercado y no con el FMI, porque de repente el FMI quiere poner condicionamientos que Argentina no va a querer tomar”, había dicho en ese entonces. Hace un año, después de haber sido designado ministro, Dujovne volvió a mostrar su escepticismo respecto del FMI en una entrevista con el diario Ámbito Financiero en la que aseguró: “Nosotros no tenemos un programa con el FMI ni lo vamos a tener”.

El ministro estuvo reunido hace tres semanas con la directora del FMI, Christine Lagarde, y ayer habló telefónicamente con ella, al igual que Macri. El jerarca, que también evitó referirse a una crisis y habló de una línea de crédito “preventiva”, señaló que Argentina está expuesta “a la volatilidad” de un contexto internacional que vive “un cambio” porque se ha abierto a los mercados, “integrado al mundo”.

“Hemos decidido buscar financiamiento preventivo para dotar de estabilidad al mercado”, afirmó, defendiendo una decisión que consideró “pragmática” y que se adoptó “pensando en cuidar a los que menos tienen”.

Sin resultados

Las declaraciones de Macri y Dujovne no tranquilizaron a muchos ni evitaron que el dólar volviera a aumentar, tal como lo hizo la semana pasada y el lunes, intensificando el desplome del peso argentino, que llegó a 15% en una semana.

Varios analistas consideran que recurrir al FMI es la mejor opción que tiene hoy el gobierno argentino para salir de una situación que se generó a partir de las propias decisiones políticas que no lograron los resultados buscados. Ni bien asumió, el gobierno eliminó las limitaciones a la compra-venta de dólares y también las retenciones a las exportaciones del agro, con la expectativa de que se diera un salto en el ingreso de dólares al país por la exportación, pero eso no sucedió. El blanqueo de capitales de 2017 permitió que se repatriaran dólares que estaban depositados en el extranjero, pero el ingreso fue inferior al esperado.

Hubo otras medidas que no le funcionaron al gobierno, tanto para atraer dólares como para reducir la inflación. A principios de año el peso argentino comenzó una tendencia a la baja, contra la cual intervino el Banco Central de la República Argentina (BCRA) tanto vendiendo dólares de las reservas para mantener su precio como aumentando las tasas de interés de los bonos locales, cuyos inversores empezaron a pagar este año el Impuesto a la Renta Financiera, de 5% para los bonos en pesos y de 15% para aquellos que son en dólares. Pero la semana pasada, cuando la Reserva Federal de Estados Unidos anunció que mantendría su tasa de interés a corto plazo entre 1,5% y 1,75%, la acción del BCRA no logró impedir que el peso se devaluara 9% en una sola jornada, el jueves.

Ese día el dólar llegó a 23 pesos, la cifra más alta desde que fue creada la actual moneda argentina, en 1992. El viernes el gobierno buscó calmar los ánimos anunciando el incremento a 40% de la tasa de interés en pesos, que es la más alta del mundo, pero eso no logró revertir la tendencia, y en los últimos días el peso cayó 15% en comparación con el dólar.

Algunos analistas advierten que la tendencia al alza del dólar golpeó particularmente a Argentina no sólo porque el peso ya tenía una tendencia a la baja sino también porque medidas promovidas por el gobierno de Macri favorecieron la llegada de capitales de fondos especulativos, que son los primeros en retirarse cuando las condiciones dejan de ser favorables.

Terreno interno

En las medidas del viernes se prometió endurecer aún más el ajuste fiscal que promueve la administración de Macri. El Ejecutivo informó que redujo la meta de déficit primario de 2018 de 3,2% a 2,7% del Producto Interno Bruto, con un recorte del gasto público de 3.200 millones de dólares, sobre todo en obra pública, un aspecto que, reconoció Dujovne, “duele” al gobierno porque allí tenía una de sus principales apuestas.

En este contexto, en su conferencia de ayer Dujovne se refirió a la realidad económica de los argentinos de a pie. Dijo que el gobierno mantendrá su meta de inflación en 15% para este año, aunque aclaró que se trata de un objetivo y no de un pronóstico, casi dando la razón a quienes aseguran que es inviable que se alcance, y pidió a la oposición “una actitud responsable” frente a los aumentos de las tarifas de los servicios públicos, porque estos son fundamentales para la reducción del déficit.

La oposición busca moderar o frenar el aumento de estas tarifas –particularmente el incremento de la del gas, que fue de hasta 40%– mediante un proyecto de ley que será tratado hoy en una sesión especial de la Cámara de Diputados. El gobierno ya anunció que, si es aprobado, lo vetará.

La Multisectorial 21F, una agrupación conformada por varios sindicatos –entre ellos el de camioneros, dirigido por Hugo Moyano–, convocó para esta tarde una movilización frente al Congreso en repudio al tarifazo y en respaldo al proyecto de ley de la oposición. Muchas organizaciones sindicales y movimientos sociales se sumaron a la convocatoria, entre ellos varios sectores de la Confederación General del Trabajo (CGT).

Desde hace algunas semanas se están promoviendo distintas acciones para protestar contra los aumentos, tanto de tarifas como de productos. Panaderos han organizado la entrega gratuita de panes en los alrededores del Congreso para protestar por el aumento del precio del trigo, verduleros se han instalado en la plaza que está enfrente para regalar verduras, y organizaciones sociales como Barrios de a Pie han hecho ollas populares para exigir que se declare la emergencia alimentaria. Por su parte, el Movimiento Evita convocó para hoy una marcha hacia el Ministerio de Energía para quemar las facturas de servicios públicos en un acto que contará con la presencia de varios diputados.