El candidato de Centro Democrático, el partido fundado por el ex presidente Álvaro Uribe, fue el más votado en las elecciones presidenciales de ayer en Colombia. Recibió un apoyo de 39,1%, pero quedó lejos de superar el 50% de los votos necesario para ganar en primera vuelta, y las elecciones se definirán en balotaje el 17 de junio.

El contendiente de Iván Duque será el candidato de izquierda Gustavo Petro, que obtuvo 25,1% de los votos. En su campaña, el ex alcalde de Bogotá, que se postuló por el Movimiento Colombia Humana, enfocó su discurso contra la corrupción política y pidió la participación de las personas que habitualmente no votan en las elecciones. Se trate o no de una respuesta a ese llamado, en las elecciones de ayer, la abstención podría haber sido inferior a 50%, una barrera que no suele traspasarse en Colombia, según la Registraduría Nacional y otros organismos responsables de monitorear las elecciones.

La sorpresa la dio ayer el candidato Sergio Fajardo, un liberal que defendió ideas progresistas durante la campaña y que, al igual que Petro, se presentaba como un renovador de la política. Fajardo figuraba en las encuestas con entre 14% y 16% de votos, pero obtuvo ayer 23,8%. El suyo fue el resultado que más se distanció de lo que preveían los sondeos. Durante el escrutinio hubo momentos de incertidumbre acerca de si sería él o Petro quien pasaría a la segunda vuelta para competir con Duque.

En cambio, el conservador ex vicepresidente Germán Vargas Lleras, que esperaba dar la sorpresa ayer, obtuvo apenas 7,3% de los votos, una cifra que se ubica dentro de las previsiones. Tampoco estuvo fuera de lo previsto el 2,1% obtenido por Humberto de la Calle, el ex jefe del equipo del gobierno en las negociaciones con la ya desmovilizada guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

La segunda vuelta presentará a los votantes dos propuestas muy diferentes. Duque es un candidato conservador heredero del uribismo que, entre otras cosas, ha promovido una revisión de los acuerdos alcanzados con las FARC, una postura más dura ante el gobierno venezolano y la negativa a un cese del fuego bilateral con la guerrilla Ejército de Liberación Nacional para facilitar las negociaciones con ese grupo armado. El Centro Democrático, que también ganó las elecciones legislativas de marzo, fue el principal promotor del No en el referéndum sobre el acuerdo de paz con las FARC y desde su aprobación sostiene que, si llega al gobierno, hará cambios para terminar con la “impunidad”. Pese a estas amenazas, el presidente Juan Manuel Santos ha advertido, en declaraciones a varios medios extranjeros, que el acuerdo no puede sufrir cambios porque fue “blindado” por la Corte Constitucional.

El oponente de Duque, Petro, fue un defensor del acuerdo de paz con las FARC y siempre ha sido un promotor de gran parte de los cambios sociales que este incluye: reducir la desigualdad en Colombia, sobre todo en las áreas rurales, ampliar la presencia del Estado en las zonas más afectadas por el conflicto y promover la reconciliación – él mismo es un ex guerrillero del Movimiento 19 de Abril–.

Las encuestas de intención de voto en una segunda vuelta publicadas antes de las elecciones de ayer le dan la victoria a Duque. No obstante, algunas indican que Petro podría llevarse muchos votos de Fajardo, que es considerado de centroizquierda, e incluso de De la Calle, del Partido Liberal, por su defensa de los acuerdos de paz.

Petro y Duque protagonizaron los ataques más duros en la campaña electoral previa a las elecciones del domingo y cabe esperar que esto se intensifique en las próximas tres semanas. El Centro Democrático ha acusado a Petro de querer llevar a Colombia hacia el “castro-chavismo”, en un país en el que 50% de la población cree que Colombia “puede estar en una situación parecida a la de Venezuela”. Por su parte, el candidato de izquierda ha denunciado a Duque y su partido de haber recurrido a prácticas ilegales para mantener su respaldo, incluida la compra de votos, y también ha hecho hincapié en los supuestos vínculos entre Uribe y grupos paramilitares.