Brasil vive una situación de crisis como consecuencia de una huelga de camioneros que empezó hace diez días y mantiene en vilo a grandes sectores del país. La Asociación Brasileña de Camioneros y la Confederación Nacional de los Transportistas Autónomos, que reúne a más de 120 sindicatos del sector, llamaron a paralizar las actividades el 21 de mayo argumentando que los aumentos constantes del precio de los combustibles hacía “insostenible” la situación de los transportistas.

La paralización incluyó el bloqueo de cientos de rutas desde que comenzó, y tuvo un impacto automático en la mayoría de los estados brasileños. Entre otras cosas, repercutió en el desabastecimiento de productos básicos como alimentos, medicamentos y combustible. Escuelas y universidades tuvieron que cerrar sus puertas, hospitales advirtieron que se quedarían sin medicinas y vuelos fueron cancelados. El transporte terrestre es el más utilizado en Brasil para el traslado de la mayoría de los productos de uso interno e incluso de aquellos que tienen como destino la exportación.

Desde el comienzo se trató de una situación compleja, porque el paro es impulsado por varios sectores vinculados con el transporte, entre estos los trabajadores autónomos, empresas de transporte y sindicatos de empleados. La diversidad de los convocantes llevó a que los interlocutores que se han reunido con el gobierno de Michel Temer no fueran reconocidos como representantes por todos los actores involucrados en la medida.

Han sido varios los encuentros entre el gobierno y los representantes de los trabajadores y empresarios, y se llegó al menos a dos acuerdos para bajar las tarifas de los combustibles. Pero esos acuerdos fueron reconocidos sólo parcialmente por quienes impulsaban el paro.

En este marco, el gobierno decretó la semana pasada la intervención de las Fuerzas Armadas para garantizar el abastecimiento de productos básicos y solicitó al Supremo Tribunal Federal una autorización específica para que los militares pudieran retirar los camiones de las rutas. Esa y otras medidas del gobierno, que impondrá multas a camioneros particulares y a empresas por los bloqueos de rutas, llevaron a una división de los convocantes del paro, y algunos de ellos llamaron a terminar con la movilización.

Detrás de los focos

El gobierno afirma que hay al menos tres movimientos políticos infiltrados en la paralización de los camioneros, y los responsabiliza de que no se haya alcanzado un acuerdo para terminar con la huelga. Los movimientos identificados por el Ejecutivo son “Intervención militar ya”, “Fuera Temer” y “Lula Libre”, que reclama la liberación del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Dirigentes sindicales y empresariales han reconocido la presencia de estas organizaciones en los grupos de Whatsapp mediante los que se han convocado las movilizaciones, y algunos también los señalan como los responsables de “radicalizar” la huelga.

El ministro de Presidencia, Eliseu Padilha, dijo que la Policía está “mapeando” a los infiltrados para separarlos del resto “con mucha cautela”. También el precandidato del gobernante Movimiento Brasileño Democrático, el ex ministro de Temer Henrique Meirelles, dijo que “extrema derecha y extrema izquierda se están beneficiando del paro”, que tiene como objetivo final “desestabilizar al gobierno”.

Voces presidenciales

La cadena O Globo envió a casi todos los precandidatos a la presidencia –excepto a Lula– una serie de preguntas acerca de la huelga. Todos los que respondieron, incluido el oficialista Meirelles, fueron críticos con un decreto emitido en verano por el presidente Temer por el cual se permitía a Petrobras que ajustara de forma diaria los precios de los combustibles siguiendo la oscilación del precio internacional del barril de petróleo y del dólar. La aprobación de ese decreto permitió que en las últimas semanas el precio de los combustibles aumentara prácticamente todos los días.

Varios precandidatos opositores también criticaron la actitud del gobierno y consideraron que le faltó capacidad para prever que los aumentos generarían protestas de los transportistas y consideraron que, una vez que comenzaron, este demoró demasiado en convocar las negociaciones y dar respuestas.