Nueve semanas después de las elecciones en Italia, los partidos políticos más votados parecen por fin haber superado todos los obstáculos y están encaminados hacia la formación de un gobierno. La última traba desapareció el miércoles de noche, cuando el líder de Forza Italia, Silvio Berlusconi, anunció que daba un paso al costado para que su aliada en las elecciones, la ultraderechista Liga Norte, pudiera iniciar un diálogo con el Movimiento 5 Estrellas.

Este partido fue el más votado el 4 de marzo, pero no logró los votos suficientes para gobernar en solitario, por lo que necesitaba pactar con otras organizaciones políticas. Su atención giró entonces hacia la coalición de derecha que obtuvo más escaños en los comicios, formada por la Liga Norte y Forza Italia. Sin embargo, el Movimiento 5 Estrellas se opuso desde un principio a negociar con el partido de Berlusconi. Una vez que este asunto quedó saldado, el miércoles, los líderes del Movimiento 5 Estrellas y de la Liga Norte –Luigi Di Maio y Matteo Salvini, respectivamente– activaron el diálogo.

Ambos se reunieron ayer para establecer puntos de acuerdo, empezar a diseñar un programa, pensar en la composición del gabinete y determinar quién será el primer ministro, una figura que deberá unir las voluntades de las dos partes. Después del encuentro, los dirigentes manifestaron en un comunicado que hubo un “significativo progreso” en todos esos puntos. Sin embargo, todavía quedan asperezas que limar, por lo que le pidieron al presidente italiano, Sergio Mattarella, que les conceda tiempo –al menos hasta el lunes– para negociar. “Necesitamos paciencia porque uniremos dos programas que no siempre son compatibles”, admitió ayer el propio Di Maio en un video de Facebook.

En las próximas horas, la xenófoba Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas deberán compaginar la mayoría de las promesas que hicieron durante la campaña electoral. Coinciden en algunos puntos generales: ambas formaciones miran con recelo la integración europea, en particular la moneda común.

Los otros ejes serán las políticas contra la inmigración y la seguridad interna. El líder de la Liga Norte dijo ayer a los medios italianos que la gestión de “la inmigración y la seguridad de los desembarcos en puertos italianos será parte fundamental del programa de gobierno”. En febrero, cuestionado por su agenda xenófoba en un acto de campaña, Salvini dijo: “No se me puede acusar porque en mi programa defienda a los italianos. También defiendo a los cinco millones de inmigrantes con la documentación en regla”. En la misma línea, aseguró que está a favor de un país “solidario y abierto”, siempre que se respeten “las reglas”. Y sentenció: “Refugiados políticos verdaderos sí, económicos no”.

La agresiva campaña contra la inmigración fue una de las claves del ascenso de la Liga Norte en los últimos meses. En plena crisis de refugiados que desbordó al país, el discurso de Salvini también fue asumido –en mayor o menor medida– por el Movimiento 5 Estrellas, que abogó por las “expulsiones masivas” de indocumentados. Más allá de los detalles que los dos partidos puedan poner en común en los próximos días, lo que es seguro es que su llegada al gobierno cambiaría radicalmente la política migratoria de Italia.

Si el lunes se confirma la alianza “del cambio”, como la describió ayer Di Maio, Italia se convertirá en un país gobernado por una coalición inédita en Europa, en la que se entrelazan valores de extrema derecha, antieuropeísmo, nacionalismo y ese ingrediente que aporta el Movimiento 5 Estrellas, que roza lo antipolítico.