“No es nuestro zar” fue la consigna usada por la oposición rusa para convocar protestas en contra de Vladimir Putin, que hoy asume la presidencia rusa por cuarta vez –no consecutiva–. La movilización, que se desarrolló el sábado, reunió a miles de personas en varias ciudades, especialmente en Moscú y en San Petersburgo. La protesta no contó con la habilitación de la Alcaldía de Moscú, por lo que fue reprimida por la Policía, que según organizaciones civiles llevó a cabo casi 500 arrestos en la capital y más de 1.000 en todo el país.

Entre los detenidos estuvo Alexei Navalni, el líder de la oposición extraparlamentaria que convocó las movilizaciones. Al igual que la mayoría de los arrestados, Navalni fue liberado ayer, pero, a diferencia de otros cientos, fueron presentados cargos en su contra por la convocatoria de una marcha no habilitada y resistencia a la Policía.

Navalni no reconoció el resultado de las elecciones de marzo, en las que Putin ganó con 77% de los votos ante candidatos opositores poco conocidos y poco representativos. Adoptó esa postura después de que la justicia electoral le impidiera participar en los comicios porque fue condenado por corrupción, en un juicio cuya validez fue cuestionada tanto por él como por las autoridades de la Unión Europea. Una vez fuera de la carrera presidencial, Navalni convocó protestas y llamó a la abstención, pese a lo cual las elecciones tuvieron una participación de 67,5%, un porcentaje similar al de otras convocatorias.

Sigue de largo

Putin gobierna Rusia de forma ininterrumpida desde el 2000, cuando asumió su primer mandato como presidente. Después de dos períodos, entre 2008 y 2012 fue primer ministro –cargo que ocupó también entre los años 1999 y 2000 durante el gobierno de Boris Yeltsin–, y luego retornó a la presidencia, en la que se mantiene desde 2012.

Durante su último mandato, el ex director del Servicio Federal de Seguridad (ex-KGB) hizo varias reformas dirigidas a fortalecer el papel del presidente, acumulando cada vez más funciones. Además, Putin ha impulsado políticas restrictivas en varias áreas, desde la aprobación de una ley contra la “propaganda homosexual”, en 2013, hasta la expulsión, el último año, de decenas de organizaciones civiles acusadas de operar como agentes extranjeros.

A esto se ha sumado el endurecimiento del Roskomnadzor, el órgano estatal responsable de la vigilancia en internet. En una de sus últimas resoluciones, el organismo tomó medidas para bloquear el acceso a la red social Telegram, siguiendo un dictamen de la Justicia motivado por el hecho de que la aplicación se negara a compartir las claves de cifrado para que las autoridades pudieran acceder al contenido de los mensajes intercambiados por los usuarios. El bloqueo de Telegram también fue motivo para que Navalni convocara una protesta el 30 de abril, en ese caso autorizada por la alcaldía de Moscú.

En el plano militar, después de dar a conocer armas y tecnologías novedosas durante los últimos años, Putin redujo 20% el presupuesto del sector durante el año pasado, según una investigación sobre las inversiones de los países en esta área hecha por el Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo. El Kremlin no explicó a qué se debe la reducción, aunque tras su reelección Putin sí dijo que “nadie va a lanzar una carrera armamentista”. Los investigadores del centro académico y analistas consultados por agencias de noticias internacionales consideraron que la reducción puede deberse a un empeoramiento de la situación económica rusa. El país está golpeado por las sanciones impuestas por Estados Unidos y los países europeos por la anexión de Crimea, que no es reconocida por la comunidad internacional, así como por la reducción del precio de los hidrocarburos.

La anexión de Crimea no es el único frente para Putin fuera de fronteras. También se ha enfrentado a otros países por su participación en el conflicto de Siria, donde apoya al gobierno de Bashar al Assad, y su presunta injerencia en las elecciones estadounidenses para favorecer la elección de Donald Trump.

Ayer Putin agradeció a los miembros de su gabinete por estos seis años de gestión, informó la agencia rusa Sputnik. De acuerdo con el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, el presidente dijo a los ministros que “los últimos seis años han sido muy intensos, llenos de nuevos desafíos y acontecimientos extraordinarios, tanto a nivel nacional como internacional”.

El mandato que comienza hoy se extenderá hasta 2024, cuando Putin tendrá 72 años. Durante la campaña presidencial, fue consultado sobre si buscaría una nueva reelección –para la cual sería necesaria una reforma constitucional– y descartó esta posibilidad.