El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, viajó a Corea del Norte para ultimar detalles sobre la histórica cumbre que celebrarán el presidente, Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, a fines de mayo o principios de junio. Lo que nadie esperaba era que, de regreso a Washington, lo acompañaran en el avión tres estadounidenses que estaban detenidos en el país asiático.

“Tengo el gusto de informarles que el secretario de Estado Mike Pompeo está regresando ahora desde Corea del Norte con los tres maravillosos caballeros que todo el mundo desea ver. Parecen estar en un buen estado de salud”, anunció Trump ayer en Twitter. A la vez, aseguró que él mismo les daría la bienvenida cuando aterrizaran hoy en la base aérea Andrews, en las afueras de Washington.

Los tres hombres liberados –Tony Kim, Kim Hak-song y Kim Dongchul– fueron acusados de “espionaje” y “actos hostiles” contra el gobierno norcoreano y estaban retenidos como prisioneros de guerra. En el pasado, Pyongyang utilizó a los presos extranjeros como objetos de canje para perseguir determinados intereses.

Al liberarlos, Corea del Norte eliminó uno de los obstáculos más delicados abordados con Estados Unidos en las últimas semanas. Uno que, casi seguro, podía entorpecer el diálogo entre las dos partes durante la cumbre. La jugada de ayer también podría servirle al norcoreano para presionar a Trump para que haga nuevas concesiones antes de ceder a sus pedidos de que desmantele su arsenal nuclear. Horas después del anuncio, Trump consideró en un comunicado publicado por la Casa Blanca que la liberación de los presos es un “gesto positivo de buena voluntad”.

El regreso de los tres estadounidenses fue también un triunfo diplomático de Trump, en un momento especial de la relación de Washington con el mundo. El día anterior, el gobernante anunció que abandonaba el acuerdo nuclear con Irán y firmó un memorándum para volver a imponer sanciones económicas a Teherán, lo que lo puso en contra de sus aliados. Para algunos analistas, este antecedente podría serle útil a Pyongyang a la hora de reclamar a Washington que levante las sanciones que mantiene en su contra.

Sin embargo, antes de volver a Estados Unidos, Pompeo fue claro: dijo a periodistas que las sanciones al gobierno de Kim sólo se “aliviarán” cuando se logre el objetivo máximo, que es “la completa, verificable e irreversible desnuclearización” de Corea del Norte.

En Pyongyang, el secretario de Estado se reunió con el responsable de relaciones intercoreanas, Kim Yong-chol, para coordinar los últimos detalles de la reunión entre los dos mandatarios, que todavía no tiene fecha definida. Al finalizar el encuentro, los dos funcionarios manifestaron su “esperanza” de que Trump y Kim puedan trabajar para resolver sus diferencias.

El lugar de la cumbre tampoco fue revelado todavía, aunque ayer, en una reunión con su gabinete, el presidente estadounidense descartó que vaya a tener lugar en la zona desmilitarizada que separa a las dos Coreas, que era una de las opciones que se mencionaban. En todo caso, adelantó que anunciará cuál será la sede del encuentro antes de que termine esta semana.