“Hace dos noches que vengo atrapado en la misma pesadilla: una secuencia espeluznante que decidieron grabar en mi propia casa, volviéndome protagonista del miedo que comenzó cuando uno de mis sobrinos apareció corriendo desesperado porque la Prefectura había golpeado a su hermano arriba del colectivo”. Así inicia el relato de Roque Azcurraire, fotógrafo de la revista mensual La garganta poderosa, detenido en el marco de un episodio de represión que la Prefectura Naval Argentina protagonizó el sábado de noche en la Villa 21 de la ciudad de Buenos Aires.

Los agravios arriba del ómnibus contra el sobrino del reportero gráfico y otro adolescente de la villa, cuando volvían de jugar un partido de fútbol, desataron la indignación de vecinos que salieron en su defensa y fueron reprimidos con golpes, gases lacrimógenos y balas de goma por parte de medio centenar de prefectos, según informó el diario Página 12.

La violencia se trasladó a la casa de Azcurraire cuando su sobrino alertó a su familia sobre la situación. Los funcionarios de la Prefectura lo siguieron y la madre del joven preguntó por qué habían golpeado a su hijo, a lo que le respondieron “cerrá el orto”, de acuerdo con el relato de los responsables de la publicación. Luego, los agentes entraron a la casa sin una orden judicial y “a las patadas”, y “arrastraron del pelo” a la madre del adolescente hacia afuera de la casa. Después, se la llevaron en un patrullero y la familia no supo nada de ella hasta una hora después.

Mientras tanto, la hermana de Roque, Jésica, salió a defender a su madre y sufrió abusos por parte de los funcionarios, según relató ella misma en una publicación de La garganta poderosa en redes sociales. “Me apretaron el cuello, me patearon las piernas y me dieron con sus palos, hasta que uno me puso contra la pared, manoseándome las tetas. Aterrada, grité: ‘¡Soltame, me estás tocando!’. Y peor, me estrujó como una bestia: ‘Callate, puta de mierda. ¡Callate, la reconcha de tu madre! Negra de mierda, sucia, bocona’”.

La pareja de Jésica intentó interceder y no corrió mejor suerte: lo tiraron al piso y lo empezaron a golpear. Al mismo tiempo, Roque intentó tomar su cámara para grabar la violenta situación pero se la sacaron de las manos antes de golpearlo a él también. Así lo relató en otro mensaje publicado ayer en las redes de la revista, gestionada por la organización La Poderosa. Los dos hombres fueron detenidos –acusados de “tentativa de hurto” por un supuesto intento de sacarle el arma a uno de los prefectos– y recién fueron liberados en la tarde de ayer.

La represión contra los vecinos de la Villa 21 tuvo lugar frente a la casa de Iván Navarro, uno de los dos jóvenes que en 2016 denunciaron torturas por parte de seis integrantes de la misma Prefectura Naval e iniciaron un juicio que sigue en curso. De hecho, la revista denunció que, durante los actos de violencia, varias balas de goma impactaron contra la casa de Navarro justo en el momento en que atravesó la puerta su padre, quien –casualmente, o no– este viernes tiene que declarar por el caso de torturas contra su hijo.

Para los militantes de La Poderosa, no se trata de hechos aislados. “Hacemos denuncias recurrentes, identificamos constantes agresiones, es una práctica represiva que se repite [...]. Entre abril y mayo presentamos seis casos de denuncias de torturas a chicos del barrio ante la Procuvin [Procuraduría de Violencia Institucional], todos realizados con los mismos métodos: gas pimienta, horas de tenerlos arrodillados, simulacros de fusilamiento”, denunció ayer Nacho Levy, vecino de la Villa 21 y militante de La Poderosa, en declaraciones a Página 12. “En las denuncias tienen miedo, entonces se preservan sus identidades, pero cuando hubo dos que se animaron porque de esa manera resulta más creíble, que es el juicio iniciado por Iván y Ezequiel, ahí mismo los empiezan a apretar”, dijo Levy, antes de agregar que a Ezequiel, el otro adolescente que denunció torturas en 2016, “lo siguieron el viernes pasado y le iban diciendo desde atrás ‘buchón’”.