Lo prometió en su campaña electoral de 2016, lo confirmó el 6 de diciembre y finalmente lo cumplió ayer: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, trasladó la embajada de su país en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. Esta ciudad es reclamada como capital de su Estado por israelíes y palestinos, y es uno de los puntos de desacuerdo en este conflicto.
Aunque la medida del gobierno estadounidense no sorprendió a nadie, generó duras reacciones de países y organismos alrededor del mundo, que condenaron una decisión que rompió con décadas de consenso internacional. El polémico traslado ocurrió días después de que, en otra muestra de aislacionismo, el presidente estadounidense abandonó el acuerdo nuclear con Irán, lo que lo posicionó en contra de sus socios europeos más cercanos.
En Gaza, en particular, el traslado de la embajada desató protestas multitudinarias que terminaron con 58 palestinos muertos por disparos del Ejército israelí y más de 2.000 heridos, según datos del Ministerio de Salud palestino. Entre los heridos, precisó la cartera, cerca de 30 se encontraban en estado de “extrema gravedad” y 71 eran considerados en una situación “grave”.
El ministerio también detalló cómo fueron causadas las lesiones, una información que puso en evidencia la represiva estrategia de seguridad de las fuerzas israelíes. Estas argumentaron que lanzaron disparos contra quienes violaron la valla de seguridad colocada a 300 metros de la frontera con Israel.
Según los datos divulgados, 918 manifestantes fueron heridos por munición real, 98 por restos de metralla, 196 sufrieron golpes y contusiones, y más de 700 fueron atendidos por asfixia debido a la inhalación de gases lacrimógenos.
El Ejército israelí afirmó que más de 40.000 personas participaron en la protesta, que forma parte de la Gran Marcha del Retorno, que empezó el 30 de marzo. Pero la manifestación de ayer buscaba expresar, específicamente, el rechazo al traslado de la embajada a Jerusalén. Los palestinos también cuestionaron que la medida tuviera lugar un día antes de la conmemoración de los 70 años de la Nakba (“Catástrofe”), como denominan al exilio de más de 700.000 palestinos que supuso la creación del Estado de Israel.
Varios países, entre ellos Rusia y Turquía, además de la Unión Europea, mostraron su oposición al traslado de la embajada y condenaron la represión en Gaza. En tanto, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, se mostró “profundamente preocupado” por las muertes en Gaza y pidió “contención”.
Mientras tanto, en Jerusalén, Ivanka Trump, hija del gobernante estadounidense, declaraba: “En nombre del 45º presidente de Estados Unidos, les damos la bienvenida oficialmente, por primera vez, a la embajada de Estados Unidos, aquí en Jerusalén, la capital de Israel”. Lo hizo exactamente a la misma hora que hace 70 años se proclamaba en Tel Aviv la creación del Estado de Israel. Junto a Ivanka viajaron desde Washington su esposo, Jared Kushner, que además de ser yerno de Trump es consejero de la presidencia; el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin; y el subsecretario de Estado, John Sullivan.
A pocos metros de la nueva sede diplomática, decenas de personas se congregaron para manifestar su rechazo y fueron reprimidas por la Policía israelí, que además confiscó todas las banderas palestinas, informó el portavoz policial, Miki Ronsfeld. El vocero agregó que 14 personas fueron detenidas.
Trump participó en la ceremonia de inauguración de la embajada mediante una videoconferencia en la que defendió a Israel como “una nación soberana con el derecho a determinar su propia capital” y aseguró que Estados Unidos “falló durante años en reconocer lo obvio”.
A la vez, el presidente estadounidense insistió en que sigue comprometido con un acuerdo duradero de paz entre israelíes y palestinos, a pesar de que la decisión de trasladar la embajada a Jerusalén llevó a la Autoridad Nacional Palestina a descartarlo como mediador. “Nuestra mayor esperanza es lograr la paz, y Estados Unidos está comprometido con la paz en Medio Oriente y con respetar el statu quo en Jerusalén”, declaró.
Una vez inaugurada la sede diplomática, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, agradeció a Trump “por tener el coraje de cumplir sus promesas” y “hacer historia” al “reconocer la realidad”. Después, agregó: “No tenemos mejores amigos en el mundo. Ustedes defienden Israel y defienden Jerusalén. Gracias”.
De esta manera, Estados Unidos se convirtió en el primer país en tener embajada en Jerusalén desde 2006, cuando se cerró la última para cumplir con la posición de consenso sostenida por la comunidad internacional desde que en 1980 la ciudad –cuya mitad este fue ocupada por Israel en la Guerra de los Seis Días– fue proclamada unilateralmente capital de Israel.
La decisión de Estados Unidos será replicada por Guatemala, que anunció que trasladará su embajada a Jerusalén mañana, en una ceremonia a la que asistirá el presidente Jimmy Morales. Paraguay hará lo mismo el lunes o martes de la semana que viene, también con la asistencia de su presidente, Horacio Cartes.
Paralización
La reacción de las autoridades palestinas fue de doble condena: a Estados Unidos, por concretar el traslado de la embajada a Jerusalén; y a Israel, por la matanza de manifestantes en Gaza. Como muestra de ese rechazo, el presidente palestino, Mahmud Abbas, convocó a un paro general para hoy, día en que se conmemora el 70º aniversario de la Nakba.
El paro tiene como objetivo oponerse “a la masacre contra el pueblo palestino en Gaza”, explicó Wasel Abu Yusef, miembro de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), a la agencia de noticias Efe. En ese marco, se prevén más protestas en los territorios palestinos. De mañana, una manifestación se dirigirá al puesto de control militar israelí de Beit El, en Cisjordania. De tarde habrá una marcha con velas para conmemorar la fecha de la Nakba y para rendir homenaje a los 58 palestinos que murieron ayer en Gaza.
El primer ministro palestino, Rami Hamdala, insistió ayer con que “la decisión del presidente estadounidense de trasladar la embajada a Jerusalén es una violación flagrante del derecho internacional” y muestra un “desconocimiento de los valores fundamentales de la justicia y la moralidad”. Hamdala también opinó que el hecho de haber escogido “un día trágico en la historia palestina” para la mudanza de la embajada “demuestra una gran insensibilidad y falta de respeto por los principios básicos del proceso de paz”.
En paralelo, el primer ministro agradeció a los países que “tuvieron responsabilidad moral” y defendieron “la legitimidad internacional para proteger Jerusalén”, a la vez que apoyaron a los palestinos “en su esperanza para lograr la paz”. Finalmente, reiteró la “clara” posición de palestina: “El este de Jerusalén ocupado es la capital del futuro Estado palestino”.
Organizaciones palestinas como el Comité Ejecutivo de la OLP y el Comité Central del partido Al Fatah se reunieron ayer con Abbas en la ciudad de Ramala para acordar nuevas medidas a tomar frente a la nueva situación que, una vez más, fue desatada por una decisión de Trump.