En medio de la crisis cambiaria y un mes después de haber recurrido al Fondo Monetario Internacional (FMI) para conseguir un crédito que logre reducir el déficit fiscal, el gobierno argentino sigue haciendo cambios en el equipo económico.

En un comunicado difundido el sábado de noche, el Ejecutivo del presidente Mauricio Macri anunció que desplazaría al ministro de Energía, Juan José Aranguren, y al de Producción, Francisco Cabrera. El primero será reemplazado por Dante Sica y el segundo por Javier Iguacel. Los dos hombres asumirán hoy sus nuevos cargos en una ceremonia que se desarrollará en la Casa Rosada.

El nuevo ministro de Energía, Sica, es economista, tiene una buena relación con el sector empresarial y fue secretario de Industria, Comercio y Minería durante la presidencia de Eduardo Duhalde (2002-2003). En tanto, Iguacel, quien encabezará la cartera de Producción, es ingeniero en petróleo, trabajó en empresas petroleras privadas –llegó a ser, incluso, el director ejecutivo de Shell Argentina– y, hasta ayer, dirigió la Dirección Nacional de Vialidad.

El gobierno de Macri adelantó, en el mismo comunicado, que la secretaría de Minería –que se encuentra en la cartera de Energía– pasará a depender del Ministerio de Producción. Estos cambios tuvieron lugar dos días después de que un nuevo aumento récord del precio del dólar obligara al gobierno a sustituir al presidente del Banco Central de la República Argentina, Federico Sturzenegger, por Luis Caputo, quien se desempeñaba como ministro de Finanzas. En su lugar quedó Nicolás Dujovne, quien encabeza el nuevo Ministerio de Hacienda y Finanzas, dos áreas que se fusionaron la semana pasada por disposición del mandatario argentino. En manos de Dujovne quedó la difícil tarea de gestionar el ajuste del déficit fiscal.

La renovación de la estructura económica argentina, que empezó hace semanas, pretende fortalecer la estrategia en esta área antes de encarar el cumplimiento del acuerdo con el FMI. También busca renovar la cara del gabinete, integrado hasta ayer por funcionarios que en algunos casos arrastraban problemas en sus gestiones, así como un notorio desgaste político.

Una de las pocas figuras en celebrar los cambios fue la diputada de la Coalición Cívica Elisa Carrió, socia de Macri en la alianza Cambiemos. En un escueto mensaje publicado en Twitter, la legisladora expresó su “total acompañamiento a los cambios en el gabinete”, que, a su entender, eran “imprescindibles”.

En cambio, la salida de Cabrera y Aranguren despertó las críticas de sectores de la oposición, que acusaron al gobierno de modificar el gabinete para acelerar el ajuste fiscal y no para cambiar las políticas. “Macri está haciendo un cambio de nombres para sacarse de encima a los ministros más desgastados y seguir reforzando el plan de ajuste”, dijo el jefe de la bancada del Frente para la Victoria-Partido Justicialista en la Cámara de Diputados, Agustín Rossi.

En la misma línea se manifestó el diputado Leonardo Grosso, del Movimiento Evita, quien aseguró que, “sin Cabrera y Aranguren, el ajuste, la falta de trabajo, la destrucción de la industria y el endeudamiento continúan”.