“Turquía está protagonizando una revolución democrática. Con el sistema presidencial, Turquía está elevando seriamente el nivel, por encima de las civilizaciones contemporáneas”, dijo ayer el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, después de votar. El gobernante fue reelecto con 53% de los votos según los resultados oficiales.

Erdogan convocó a estas elecciones anticipadas –estaban previstas para 2019–, entre otras cosas para acelerar la puesta en marcha de la reforma constitucional aprobada por referéndum en 2017. Esta implica que Turquía pase del parlamentarismo al presidencialismo, elimina la figura del primer ministro, atribuye al presidente la potestad de designar a la cúpula del Poder Judicial y habilita la aprobación de leyes mediante decretos que el Parlamento puede someter a votación para anular.

El principal contendiente del presidente fue Muharrem Ince, candidato presidencial del Partido Popular Republicano (CHP, por sus iniciales en turco). Se trata de un partido laico y socialdemócrata que no logró nuclear a más organizaciones políticas opositoras en torno de su candidato, como era su intención.

La campaña contó con una candidata, la diputada Meral Aksener, de la organización política centroderechista Bueno. La figura de Aksener, que según los sondeos quedaría en tercer lugar en los comicios, ganó visibilidad en el último año después de que ella se separara del conservador Movimiento Acción Nacionalista (MHP, por sus iniciales en turco). Este partido es aliado de Erdogan, pero a medida que el presidente endureció sus posturas políticas y aumentó su tendencia al islamismo, creció el sector que pedía distanciarse del mandatario. Los pedidos no fueron escuchados por la dirigencia, que para estas elecciones reeditó la alianza electoral con el presidente, lo que generó la salida de Aksener y otros políticos que conformaron un nuevo partido, Bueno. Las distancias entre unos y otros son tales que Aksener y los políticos que la acompañan anunciaron durante la campaña que si había segunda vuelta apoyarían a Ince y no a Erdogan.

Ayer todavía no se habían dado a conocer los resultados de las elecciones para el Parlamento, que en esta nueva etapa contará con menos poder que el que tradicionalmente tuvo en Turquía. Según las encuestas difundidas antes de la votación, el Partido Justicia y Desarrollo de Erdogan, en alianza con el MHP, no tenía garantizada la renovación de la mayoría absoluta en el Parlamento. Obtendría 43% de los votos frente al 42% de una coalición del CHP de Ince, el partido Bueno de Aksener y el pequeño Saadet, islamista. Por último, las encuestas atribuían una intención de voto de 14% para el Partido Democrático de los Pueblos, heredero de los movimientos kurdos y de izquierda.

La campaña electoral se centró en la situación económica y no, como en ocasiones anteriores, en la incidencia del islamismo en la política turca de la mano de Erdogan. El presidente hizo hincapié en las reformas de infraestructura llevadas adelante por los distintos gobiernos que ha liderado desde 2002 y en su gestión de los recursos públicos, que considera eficaz. También sostuvo que sólo con él al frente del gobierno Turquía puede enfrentar complicaciones económicas que, a su vez, puso en duda que surjan.

En el último año la moneda turca, la lira, tuvo una fuerte caída, y la inflación creció, en conjunto con un desaceleramiento del crecimiento económico atribuido a la caída del turismo. El gobierno ha contrarrestado la situación inyectando cada vez más dinero en el mercado, sobre todo por medio de la obra pública construida en alianzas público-privadas. Entre otros megaproyectos, se construyó un puente sobre el estrecho del Bósforo, que a su vez fue extendido por un canal, y se instaló el tercer aeropuerto de Estambul. Otra política implementada en este sentido ha sido un crecimiento del Estado mediante la contratación de más funcionarios.

Durante la campaña, Ince ha criticado este aumento de la participación del Estado en la economía y ha afirmado que se falsea una situación económica que en realidad es crítica. Además, el dirigente opositor denunció que mientras en Turquía siga creciendo el autoritarismo y la falta de división de poderes, por los que responsabilizó a Erdogan, no hay posibilidades de una recuperación económica real.