En la madrugada del domingo la organización civil SOS Méditerranée rescató a 229 personas cerca de la costa de Libia. La Guardia Costera italiana socorrió a otras tantas, así como barcos mercantes que navegaban en el mar Mediterráneo. Todos fueron subidos a bordo del barco Aquarius, contratado por SOS Méditerranée y Médicos sin Fronteras. Se trata de 629 personas, entre quienes se encuentran 11 bebés, otros 112 niños y adolescentes, y mujeres embarazadas.

La mayoría presentaba signos de fatiga, deshidratación y dolor de cabeza. Algunos sufrieron hipotermia y presentaron señales de ahogamiento. Estaban hacinados en un barco que tiene capacidad para menos de la mitad de las personas que tiene a bordo, y permanecían sentados en la cubierta bajo los rayos del sol, cada uno con su chaleco salvavidas, mientras esperaban. Seguían ayer en esa situación porque Italia tiene un nuevo gobierno que, a diferencia del anterior, se negó a recibirlos.

Para los migrantes que salen desde Libia hacia Europa, Italia es el punto más cercano y el principal lugar de desembarco. Ese país recibió a 181.436 personas en 2016 y a 119.310 en 2017, y la mayoría de ellos quedaron en centros de acogida mientras se tramitaban sus casos. Desde que se intensificó la migración, Italia reclama a sus socios europeos que colaboren para recibirlos, porque sus servicios de ayuda están saturados desde hace años.

Este contexto fue uno de los caldos de cultivo para el buen resultado electoral que logró el partido xenófobo Liga Norte en las elecciones de este año, que derivaron en la conformación de un gobierno de coalición con el Movimiento 5 Estrellas. El líder de Liga Norte y ministro del Interior, Matteo Salvini, ordenó ayer el cierre de los puertos para el barco Aquarius y señaló que estaba más cerca de Malta que de la costa italiana, por lo que era ese país el que tenía que recibirlo. De hecho, el barco estaba ayer a 35 millas de Italia y 27 de Malta; sin embargo, las autoridades maltesas se negaron también a recibirlo.

No es la primera vez que el nuevo gobierno italiano enfrenta una situación de este tipo. La semana pasada el barco de una organización alemana de rescate no pudo atracar en Malta y llegó a Italia, algo que Salvini prometió que no volvería a suceder.

Ayer, la negativa de los dos países a recibirlo hizo que el barco se quedara a la espera de indicaciones, mientras a bordo la situación empeoraba. Las organizaciones civiles que se encuentran allí advierten que la ayuda humanitaria que enviaron Italia y Malta es insuficiente para atender a las 629 personas. Es insostenible mantener esta situación, alertan, no sólo por su salud sino también por el estado de incertidumbre que enfrentan los migrantes. Médicos sin Fronteras informó ayer en Twitter que uno de ellos amenazó con tirarse por la borda porque teme que lo devuelvan a Libia y lo asesinen.

En la tarde pareció surgir una solución: el presidente español, Pedro Sánchez, ofreció el puerto de Valencia, a casi 810 millas, para el desembarque. El anuncio fue celebrado por el Consejo de Europa y el gobierno italiano; Salvini lo calificó de una “victoria” de Italia.

Pero las organizaciones civiles descartaron esa alternativa: “Un viaje de tres días a Valencia en un barco que supera su capacidad máxima es inseguro”, advirtió Médicos sin Fronteras en Twitter, antes de reclamar a los países que integran la Unión Europea que “faciliten el inmediato desembarque de las 629 personas a bordo del Aquarius en el puerto seguro más cercano”.