La segunda vuelta electoral de Colombia celebrada ayer dio el triunfo al político de derecha Iván Duque, quien el 7 de agosto asumirá la presidencia de un país en el que consolidar la paz sigue siendo el principal desafío. Su compañera de fórmula, la abogada Marta Lucía Ramírez, se convertirá el mismo día en la primera mujer en ocupar la vicepresidencia colombiana.

Duque, candidato del Centro Democrático, obtuvo 53,98% de los votos, según los datos oficiales difundidos por la Registraduría Nacional del Estado Civil. En tanto, su rival de la coalición Colombia Humana, el izquierdista Gustavo Petro, alcanzó 41,81% de los sufragios. Los porcentajes se traducen en un apoyo de más de diez millones de votos para el futuro mandatario y ocho millones para su contrincante.

Por otro lado, el voto en blanco –que durante la campaña surgió como alternativa para los votantes moderados que no se identificaban con dos propuestas radicalmente opuestas– obtuvo un apoyo de 4,20%, muy por debajo del 15% que llegaron a darle algunas encuestas.

La llegada al poder de Duque, ahijado político del ex presidente Álvaro Uribe, pone en riesgo la implementación del histórico acuerdo de paz que el actual mandatario colombiano, Juan Manuel Santos, firmó con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Quienes defienden el pacto temen sobre su futuro porque el uribismo se opuso fervientemente a la iniciativa y fue uno de los principales promotores del No en el plebiscito de 2016 en el que fue rechazado, antes de que posteriormente fuera reformado y aprobado por Santos.

Durante la campaña, Duque moderó el discurso y pasó de rechazar tajantemente los acuerdos a hablar de la posibilidad de introducir “modificaciones” a su reglamentación. En particular, el dirigente está a favor de que los ex combatientes que hayan cometido crímenes de lesa humanidad sean juzgados por un tribunal especial antes de poder ocupar cargos políticos en el Parlamento.

En su primer discurso como presidente electo y en un intento por calmar las aguas sobre uno de los temas más polémicos de la campaña, Duque reiteró que su gobierno “no hará trizas” el acuerdo de paz –como dijo meses atrás el ex ministro del Interior Fernando Londoño, compañero de su partido–, pero sí hará cambios “para que la paz brille”. “La paz implica que pasemos la página. Hoy todos somos amigos de los que queremos la paz, y debe ser una paz que permita a la base guerrillera su normalización a la vida pública. Esa paz que añoramos reclama correcciones para que las víctimas sean el centro del proceso y para que garanticemos verdad, justicia, reparación y no repetición”, agregó.

Antes, en Twitter, Duque había agradecido a Santos por haberlo llamado por teléfono para felicitarlo y le aseguró que su equipo está “listo” para iniciar una transición “en beneficio de todos los colombianos”.

En otro rincón de Bogotá, Petro reconoció el triunfo de Duque aunque no se consideró derrotado, ya que aseguró haber alcanzado un resultado histórico para la izquierda colombiana. “Aceptamos su triunfo; es el presidente de la república de Colombia”, le dijo a Duque el izquierdista, antes de agregar, contundente: “No le vamos a pedir ministerios, ni embajadas, ni nada. Somos la oposición a su gobierno”.

Por otro lado, afirmó que el apoyo que obtuvo en las urnas por parte de “una inmensa fuerza ciudadana” le dio el mandato de defender “a fondo” la paz en Colombia, por lo que no permitirá que se impongan trabas al proceso. Finalmente, anunció que volverá a ocupar el escaño en el Senado que abandonó para embarcarse en la campaña electoral. “Me llamo Gustavo Petro y quiero ser su dirigente”, concluyó.