“¡Fue travesticidio!”, se leía ayer en las pancartas que sostenían familiares, amigos y organizaciones sociales que esperaban en la puerta del Tribunal Oral Nº4 de la Ciudad de Buenos Aires la sentencia sobre el caso de Diana Sacayán, la activista y referente trans asesinada hace más de dos años.

Tras una sesión que duró casi cuatro horas, y tres meses después del inicio del juicio, la Justicia condenó a Gabriel Marino a cadena perpetua por el asesinato de Sacayán, activista trans y referente de la lucha por los derechos del colectivo LGBTI en Argentina y América Latina. Los jueces sentenciaron a Marino por “homicidio agravado por odio de género y violencia de género” y confirmaron que estuvo motivado por “el prejuicio a la identidad de género travesti”.

Es la primera vez en Argentina que se reconoce la muerte de una persona trans como un crimen de odio motivado por su identidad de género.

Los tres querellantes en el juicio –la familia de Sacayán, la Fiscalía y el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi)– habían pedido la prisión perpetua por el delito de “travesticidio”.

En la etapa de alegatos, la abogada Luciana Sánchez, quien representó a la familia Sacayán, afirmó que el motivo del asesinato “fue el odio del imputado hacia la víctima por su identidad de género travesti” y la lucha que lideró para defender los derechos del colectivo al que pertenecía. En la sesión de ayer, Sánchez dijo ante los jueces que el de Sacayán fue un caso “fundacional”.

Por su parte, la Fiscalía insistió en la importancia de que el asesinato fuera enmarcado en una “calificación correcta”. Es decir, que “se llame al crimen por su nombre: un crimen por prejuicio y travesticidio, para comenzar a desandar el camino de invisibilidad” de este colectivo.

En el mismo sentido, el abogado del Inadi, Ricardo Kassargian, quiso destacar “el valor de las palabras”. Dijo: “Si matan al padre, se habla de parricidio; si matan a un hijo, se habla de filicidio; al hermano, fratricidio. Entonces, cuando matan a una travesti por su condición de tal, se debe hablar de travesticidio”.

El 6 de julio se conocerán los fundamentos de la sentencia. Mientras tanto, los investigadores siguen buscando a una segunda persona involucrada en el crimen, que todavía no lograron identificar.

En la madrugada del 11 de octubre de 2015, Sacayán murió luego de recibir 13 puñaladas en su casa de Buenos Aires. Su cuerpo fue encontrado con las manos atadas y debajo de un colchón. Tenía 39 años.

Desde muy joven, había trabajado en la conquista de derechos para el colectivo de travestis y trans. Fue una de las impulsoras de la Ley de Identidad de Género en Argentina –que desde 2012 permite que las personas trans sean inscritas en sus documentos personales con el nombre y el género con el que se identifican–, y de la ley del cupo laboral travesti-trans en Buenos Aires –que les reserva 1% de los empleos en la administración pública de esa provincia sea ocupado por personas travestis y trans–. Además, integró el Programa de Diversidad Sexual del Inadi, fue secretaria de la Asociación de Lesbianas, Gays y Bisexuales para América Latina y una de las fundadoras del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación argentino.