Dos años después de que la mayoría de los británicos aprobara en un referéndum la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE), la reina Isabel II sancionó ayer la ley que derogará la norma que, en 1972, dictó la entrada del país en las instituciones comunitarias. El proyecto de ley había sido presentado en julio de 2017 por la primera ministra británica, Theresa May, y fue aprobado por el Parlamento la semana pasada, después de intensos debates. El “asentimiento real” era la última etapa del proceso que faltaba para que entrara en vigor la norma.

La ley del brexit busca incorporar a la legislación británica una buena parte de las leyes europeas, una vez que se formalice la retirada de Reino Unido del bloque, algo que está previsto para el 29 de marzo de 2019. A partir de ese día, empezará un período de transición que culminará a finales de diciembre de 2020.

Sin embargo, hasta el momento Londres y Bruselas no se han puesto de acuerdo sobre los términos finales de la separación. En particular, el gobierno de May está dividido sobre el tipo de vínculo comercial que se quiere tener con la UE. Por un lado, están los llamados ministros brexiteers (a favor del brexit), que son partidarios de una ruptura “dura”, sin acceso al mercado único y a la unión aduanera. Por el otro, los remainers (proeuropeos), que prefieren una salida “suave”, que incluya estar cerca de la UE en materia comercial.

La primera ministra aseguró que dará a conocer un “libro blanco” sobre los puntos comerciales del acuerdo con Bruselas después de una reunión que mantendrá esta semana con el Consejo Europeo.

El gobierno británico y la UE tampoco encontraron consensos sobre cómo se resolverá el asunto de la frontera entre las dos Irlandas, pues el objetivo es que siga siendo invisible para no perjudicar el proceso de paz en Irlanda del Norte.

El objetivo principal de la ley promulgada ayer es dar certezas a ciudadanos y empresas británicas sobre el futuro del país después de la salida de la UE, en estas cuestiones controvertidas y otras, como el tránsito de los británicos por el resto del continente. Sin embargo, muchos no se sienten representados por un gobierno que se ve debilitado. Por eso, miles de personas se manifestaron el sábado en Londres para exigirles a las autoridades que concedan a los británicos la oportunidad de votar en nuevo referéndum acerca de si aceptan o no el acuerdo sobre el brexit que alcance May con la UE.

En las afueras del Parlamento, y en un ambiente que los medios locales describieron como “festivo”, manifestantes convocados por el grupo People’s Vote alzaron pancartas y carteles en los que se leían consignas como “Queremos tener la palabra sobre el brexit”, “Aún no nos hemos ido” o “Detengan el brexit”.

Una encuesta de la empresa Survation realizada la semana pasada reveló que 48% de los británicos apoya una consulta sobre el acuerdo final, mientras que 25% se opone.

El ministro para la Salida de la UE, David Davis, dijo el fin de semana al periódico Daily Express que Reino Unido está dispuesto a marcharse del bloque europeo sin ningún acuerdo. “No es lo que queremos hacer, nunca lo quisimos. La mejor opción es salir con un buen acuerdo, pero tenemos que poder marcharnos de la mesa de negociación”, insistió Davis, después de ser consultado sobre las fracturas que genera el tema tanto en el gobierno como en la sociedad.