“El mundo entero está pendiente de esta cumbre histórica”, dijo el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, al arribar ayer a Singapur. También manifestó su confianza en que la reunión resulte “exitosa” y le dijo al primer ministro de Singapur, Lee Hsien-loong, que eso hará que el nombre de su país “entre en la historia”.

Horas después llegó el presidente estadounidense, Donald Trump. No hizo declaraciones al llegar a Singapur, pero poco antes dijo en Twitter que en ese país tenía “la chance de alcanzar un resultado verdaderamente maravilloso para Corea y el Mundo”. Y agregó: “Sin dudas será un día emocionante y sé que Kim Jong-un trabajará muy duro para hacer algo que rara vez ha hecho antes: crear paz y prosperidad para su país”. Por último, Trump subrayó que tiene “la sensación” de que esta “oportunidad única” no será “desperdiciada”.

La primera reunión en la historia entre un presidente estadounidense y el líder de Corea del Norte se desarrollará en un hotel y comenzará a las 9.00 del 12 de junio en Singapur (o sea, a las 22.00 de hoy en Uruguay). Todo indica que finalmente va a concretarse, después de varias idas y venidas que pusieron en duda el encuentro, entre ellas una suspensión anunciada por el propio Trump.

El año pasado Kim intensificó sus pruebas con misiles nucleares y Trump aumentó el tono de amenaza de sus declaraciones, pero a comienzos de 2018 llegaron algunas señales de distensión por parte de Corea del Norte. Estos gestos permitieron que las dos Coreas retomaran conversaciones directas, que derivaron en una cumbre, también histórica, que a fines de abril reunió a Kim con el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in.

Los dos países están enfrentados desde la Guerra de Corea, que se extendió de 1950 a 1953, y cuando terminó aquel conflicto firmaron un armisticio, pero no un tratado de paz, por lo que técnicamente la guerra no se dio por terminada. En el encuentro de abril, los dos gobernantes firmaron la Declaración de Panmunjom, en la que acordaron avanzar hacia la “desnuclearización total” de la península coreana, encaminarse a “declarar el fin de la guerra” y “establecer un régimen de paz permanente y sólido”. También declararon que avanzarán en un desarme en etapas “a medida que las tensiones militares se apacigüen”.

Poco después, cuando ya se trabajaba para concretar un encuentro entre Trump y Kim, Estados Unidos y Corea del Sur anunciaron que harían sus ejercicios militares periódicos en la península coreana. Esto generó una escalada de tensiones, en la que Corea del Norte los acusó de enturbiar las conversaciones y de ir en contra de la declaración firmada con su vecina del Sur. La confrontación que se generó llevó a que Trump anunciara, hace poco más de dos semanas, que la cumbre sería cancelada. Pese a ello, altos jerarcas de su gobierno viajaron a Corea del Norte, y viceversa, hasta que se confirmó que la cumbre sí se realizaría.

En términos generales, ambos países manifestaron su voluntad de avanzar en el mismo sentido que la Declaración de Panmunjom, pero no ha trascendido cuáles podrían ser las exigencias o las medidas concretas que exigirían ambas partes. Trump ha advertido que, si bien la reunión no será “sólo una sesión de fotos”, tampoco pueden esperarse grandes resoluciones, porque lo que se iniciará será “un proceso” que podría conducir a la paz entre las Coreas.