“Nuestra relación nunca ha sido peor que ahora, pero eso ha cambiado en las últimas cuatro horas”, dijo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la conferencia de prensa que brindó junto con su par ruso, Vladimir Putin, después de reunirse en el palacio presidencial de Helsinki, la capital de Finlandia. El gobernante ruso fue fiel a su tradición y, en una muestra de poder, llegó a la primera reunión formal con Trump media hora tarde. Pero ni siquiera eso opacó el optimismo del mandatario estadounidense, quien aseguró que si bien la reunión “es sólo el comienzo de un proceso más largo”, los dos países dieron “los primeros pasos hacia un futuro mejor”. Y se animó a vaticinar: “Creo que tendremos una relación extraordinaria”.

El jefe de la Casa Blanca explicó que hablaron un largo rato sobre “los desacuerdos entre los dos países” y llegaron a la conclusión de que tendrán que “encontrar formas de cooperar en la búsqueda de intereses compartidos” si quieren resolver “muchos de los problemas que enfrenta el mundo”. En opinión de Trump, “un diálogo productivo no sólo es bueno para Estados Unidos y para Rusia”, sino que es “bueno para el mundo”.

El presidente ruso, más escueto en sus palabras, coincidió en que “todavía quedan muchos problemas” y “obstáculos” entre los dos países porque “no era posible despejarlos en un primer encuentro”, pero aseguró que él y Trump dieron “el primer e importante paso en esa dirección”.

Unas horas antes del encuentro, Trump había asegurado que los lazos entre su país y Rusia eran hostiles por culpa de la “estupidez” y la “insensatez” con las que se manejaron los gobiernos estadounidenses anteriores.

Además de limar asperezas, la primera cumbre entre Trump y Putin tenía como objetivo renovar vínculos –hasta ahora prácticamente congelados en todos los ámbitos–, acercar posturas sobre temas de política exterior y aclarar algunas cuestiones que envolvieron a los dos países.

Este último paquete incluye la polémica generada en torno a la supuesta interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016, en las que Trump resultó ganador. Las agencias de inteligencia de ese país confirmaron que hubo injerencia, pero el Kremlin lo negó hasta el cansancio. En la conferencia de ayer, Putin volvió a negarlo –“nunca hemos interferido y no tenemos intención de interferir en los asuntos internos estadounidenses”, dijo–, aunque admitió que quería que Trump ganara las elecciones porque durante la campaña había mostrado voluntad por “mejorar las relaciones con Rusia”. También insistió en que “no hay pruebas” contra su gobierno y dijo que una investigación de esa magnitud no debería guiarse por “rumores”. En definitiva, no dijo nada nuevo.

Su par estadounidense, en cambio, cuestionó la credibilidad de las agencias de inteligencia de su país al asegurar que no veía “ningún motivo” por el que Rusia podría haber interferido en las elecciones. También dijo que la investigación que lleva adelante el fiscal especial Robert Mueller en torno a la llamada “trama rusa” es “un desastre” para Estados Unidos. “Nos ha mantenido separados. No hubo conspiración y todo el mundo lo sabe. Nosotros hicimos una buena campaña y por eso soy presidente”, concluyó Trump.

Donald Trump y Vladimir Putin asisten a una reunión, ayer, en Helsinki.

Donald Trump y Vladimir Putin asisten a una reunión, ayer, en Helsinki.

Foto: Brendan Smialowski

En materia de política exterior, los mandatarios pusieron énfasis en el conflicto sirio. Putin se refirió específicamente a unas declaraciones del secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, en las que afirmó que la “pelota” de la solución a la crisis siria estaba en la cancha de Rusia. “En lo que se refiere a que la pelota de Siria está en nuestra cancha, señor presidente, usted acaba de decir que hemos organizado exitosamente el Mundial de fútbol. Así que quiero entregarle esta pelota. Ahora, la pelota está en su lado”, dijo el líder ruso, mientras le entregaba la pelota oficial del Mundial.

“Si podemos hacer algo para ayudar a la gente de Siria a que regrese a un lugar seguro en buenas condiciones, estamos interesados”, respondió Trump. “Los ejércitos de Rusia y Estados Unidos se llevan bastante bien, de hecho se han llevado mejor que los líderes políticos durante años”, agregó. Putin, por su parte, se comprometió a “aliviar la presión migratoria” de los países europeos y de aquellos que comparten frontera con Siria para ayudar a los refugiados “desde el punto de vista humanitario” y “en general”.

Demasiado cerca

Las críticas a Trump por parte de distintos sectores políticos estadounidenses que lo acusan de mantener una postura muy complaciente hacia el líder del Kremlin empezaron a surgir apenas terminada la conferencia de prensa. Ya el día anterior, la rival demócrata de Trump en las elecciones de 2016, Hillary Clinton, había planteado la duda en Twitter: “Gran Mundial. Pregunta para el presidente Trump cuando se reúna con Putin: ¿sabe para qué equipo juega?”. Ayer lo retuiteó con el comentario: “Bueno, ahora lo sabemos”.

Uno de los cuestionamientos más duros provino del republicano Paul Ryan, el titular de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, quien en un comunicado pidió a Trump que entienda que Rusia no es su “aliado”. Lo dijo después de resaltar que “no hay duda” de que ese país interfirió en las elecciones y que “continúa con sus intentos para socavar la democracia en todo el mundo”.

En tanto, el líder de la bancada demócrata en el Senado, Chuck Schumer, consideró que Trump está poniendo sus intereses personales por encima de la seguridad del país. “En toda la historia de nuestro país, los estadounidenses nunca han visto a un presidente respaldar a un adversario de la forma en que Trump lo ha hecho con Putin”, lamentó Schumer, que tildó de “irresponsable, peligrosa y débil” la postura que el mandatario ha adoptado contra las agencias de inteligencia.

Las declaraciones del presidente provocaron la molestia del mismísimo director de Inteligencia de Estados Unidos, Dan Coats, quien defendió el trabajo de sus funcionarios en la investigación sobre la posible intromisión rusa en el último proceso electoral. “Hemos sido tajantes en nuestras conclusiones de que Rusia interfirió en las elecciones de 2016 y sobre sus esfuerzos perversos, que aún continúan, para socavar nuestra democracia”, dijo Coats en un comunicado.

Ante las críticas, Trump retomó el asunto en las redes sociales y, en Twitter, escribió: “Tengo una gran confianza en mi gente de inteligencia. Sin embargo, también me doy cuenta de que para poder construir un futuro más brillante, no podemos centrarnos exclusivamente en el pasado”.