Número dos de Mariano Rajoy de todas las horas, Soraya Sáenz de Santamaría ganó ayer las elecciones internas del Partido Popular (PP) para ocupar el lugar al que él renunció semanas atrás, y quedar al frente de una formación golpeada por escándalos de corrupción y la falta de apoyo de sus afiliados.

Rajoy dejó el liderazgo del PP después de que el Partido Socialista Obrero Español lograra su destitución como gobernante mediante una moción de censura. Esto fue posible después de un fallo judicial que condenó por corrupción a ex jerarcas del PP, empresarios y el propio partido, algo que sucedió por primera vez en la historia de España.

Se presentaron seis candidatos con intenciones de suceder a Rajoy al frente del PP. Se esperaba que el mayor enfrentamiento se diera entre Sáenz de Santamaría y la número dos de Rajoy en el partido, la secretaria general María Dolores de Cospedal, quien estuvo entre las primeras en postular su candidatura. Sin embargo, el que quedó segundo fue un candidato con una trayectoria política más corta: Pablo Casado, de 37 años, que actualmente es vicesecretario de Comunicación del PP.

Casado se presentó como el candidato diferente, el de “los afiliados” (fue, de hecho, el que presentó más firmas de estos para inscribir su candidatura), y en sus declaraciones previas a las elecciones destacó su cercanía con los jóvenes del partido.

Estas elecciones del PP, las primeras en las que los afiliados pudieron votar directamente al candidato, tuvieron una muy baja participación. De los 869.535 afiliados que el PP informó que tenía el año pasado, sólo unos 67.000 (7,6%) se inscribieron para votar. Finalmente, sólo lo hizo 87% de esa cifra, 58.305 afiliados.

Sáenz de Santamaría ganó la elección con 19.662 votos, seguida por Casado, que obtuvo 18.902. Cospedal quedó en tercer lugar, con 14.061, pero tendrá un papel clave para la definición final: el gran apoyo que recibió indica que si respalda a uno u otro candidato prácticamente asegurará su victoria. Cuando habló después de que se conocieran los resultados, Casado tendió la mano a Cospedal diciendo que comparte su “visión del modelo de España”. Anteriormente ya había dicho que ella tiene una forma de hacer política “muy parecida” a la suya.

En las elecciones los afiliados no sólo respaldaron a uno de los seis candidatos sino que también votaron por sus “compromisarios”, las personas que se postulaban para representar a las comunidades autónomas en el Congreso del PP, que está previsto para el 20 y 21 de julio. Lo acordado en el PP era que esta sería una elección interna en dos etapas: los afiliados votaban por los candidatos y, en el Congreso, los compromisarios elegirían entre los dos más votados.

Pero en los últimos días fue puesta en duda la conveniencia de celebrar esa “segunda vuelta”. Desde la dirigencia del PP se empezó a mencionar la posibilidad de presentar una lista única al Congreso para evitar una interna entre dos personas que pudiera implicar cruces de declaraciones en tonos demasiado duros. Esa segunda vuelta también podría generar mucha tensión si derivara en un debate entre Casado y Sáenz de Santamaría en torno al legado de Rajoy al frente del gobierno y del partido. Si se presenta una lista única, sería acordada entre los dos candidatos más votados y los incluiría a ellos y a los integrantes de sus equipos.

Días antes de las elecciones, Cospedal fue consultada sobre si era partidaria de una lista integrada. “Absolutamente sí”, fue su respuesta. “Una vez pasada la primera elección, deberíamos intentar ir conjuntamente”, agregó.

Al preguntarle sobre este tema, Sáenz de Santamaría había sido esquiva antes de las elecciones, pero anoche insinuó que está a favor. “Quiero dirigirme a Pablo Casado: nuestros militantes merecen un esfuerzo de integración y unidad”, dijo en el discurso en el que celebró su victoria.

Sin embargo, antes de las elecciones Casado había sido bien claro: “Yo no voy a juntarme a ninguna otra candidatura, yo me he presentado para ganar”.