“Después de intensas negociaciones entre la Unión Cristianodemócrata (CDU) y la Unión Socialcristiana [CSU], hemos llegado a un acuerdo sobre cómo podemos prevenir en el futuro la inmigración ilegal en la frontera entre Alemania y Austria”, anunció anoche el ministro del Interior alemán y líder de la CSU bávara, Horst Seehofer. Minutos antes terminaba una decisiva reunión con la canciller alemana, Angela Merkel, después de tres días de negociaciones en torno a la cuestión migratoria.

Hace dos semanas, cuando empezó la fricción entre los dos partidos, las dos propuestas que había sobre la mesa parecían irreconciliables. La gobernante y su CDU respaldaban una solución europea al problema de la inmigración irregular. En cambio, Seehofer abogaba por un cierre unilateral y parcial de las fronteras alemanas para prohibir la entrada de aquellos demandantes de asilo que hubieran pedido protección internacional en otro país de la Unión Europea (UE). De hecho, el domingo anunció que estaba dispuesto a renunciar a su cargo porque no veía en los planes de Merkel una solución a largo plazo.

Finalmente, los dos dirigentes llegaron a un consenso y el ministro dijo anoche que seguiría en su cargo. Después de su anuncio, la secretaria de Estado alemana, Dorothée Bär, publicó las líneas generales del pacto. El documento establece la creación de un “nuevo régimen fronterizo” entre Alemania y Austria, que incluye la creación de “centros de tránsito” desde los que será posible rechazar el ingreso de solicitantes de asilo que hayan llegado desde otros países de la UE. Para eso, el compromiso prevé llegar a “acuerdos administrativos con los países afectados”, a los que serían devueltos los migrantes. En caso de que no se puedan alcanzar esos acuerdos, agrega el documento, el rechazo en la frontera austríaca se hará sobre la base de un “acuerdo con la República de Austria”.

El anuncio de Seehofer fue recibido con alivio por las filas de las dos organizaciones políticas hermanas y también por el tercer socio en el gobierno, el Partido Socialdemócrata (SPD), que más temprano se había declarado “al límite de la paciencia” y dispuesto a mediar entre los otros dos. El alivio se sintió, especialmente, porque el acuerdo evitó lo que podría haber sido una ruptura histórica entre el bloque conservador CDU-CSU y, algo de mayor gravedad, la pérdida de la mayoría parlamentaria para Merkel, que hubiera quedado a cargo de un gobierno en minoría.

Merkel describió el pacto con el líder bávaro como un “paso decisivo” para “ordenar y gestionar la migración secundaria”, es decir la de las personas que llegan a la frontera sur de la UE antes de dirigirse al norte de Alemania. “Eso es lo que era y es importante para mí”, dijo Merkel después de la reunión con Seehofer. Y reconoció: “Fue una dura lucha”.

Las diferencias entre Merkel y Seehofer datan de 2015, cuando estalló la crisis de los refugiados y Alemania le abrió la puerta a más de un millón de inmigrantes, pero se agravaron en las últimas semanas. El fin de semana, en una cumbre de los líderes de la UE con el Consejo Europeo, Merkel aseguró que se habían alcanzado acuerdos sobre cómo gestionar el flujo migratorio que iban a dejar “satisfechos” a todos sus socios de gobierno. Sin embargo, el ministro del Interior consideró que no eran “suficientes” y planteó la posibilidad de dimitir.