Los paquistaníes están llamados hoy a renovar el Parlamento, que será el que elija al próximo jefe de gobierno. La actual legislatura, que incluyó sucesivos primeros ministros, es la segunda que termina en el período previsto, sin haber sido interrumpida por un golpe de Estado, desde la fundación de Pakistán en 1947.

El presidente de Pakistán, Mamnoon Hussain, pertenece a la Liga Musulmana de Pakistán (PML-N), de centroderecha. Se trata de uno de los partidos tradicionales del país, que gobernó en varias ocasiones. Al mismo partido pertenece el primer ministro, Shahid Khaqan Abbasi, cuyo cargo será renovado en estas elecciones, y que lidera el gobierno.

En Pakistán la política es cosa de familia, y eso lo deja claro una mirada a dos de los tres favoritos para las elecciones. Los principales nombres son los del oficialista Shahbaz Sharif y los de los opositores Imran Khan, un ex jugador de críquet que recién llegó a la política con el partido Tehreek-e-Insaf (PTI), y Bilawal Bhutto, del tradicional Partido Popular de Pakistán (PPP). Tanto Sharif como Bhutto vienen de familias que se han dedicado a la política durante varias generaciones y han gobernado a Pakistán. Representan a partidos que llegaron al poder tanto mediante elecciones como con la ayuda del Ejército, que gobernó durante 71 años el joven país y mantiene un fuerte poder sobre la política.

Shahbaz Sharif es hermano de Nawaz Sharif, que fue primer ministro en tres ocasiones. Su primer mandato terminó abruptamente en 1993, cuando renunció después de que los militares le advirtieran que si no dimitía sufriría un golpe de Estado; el segundo finalizó en 1999, cuando fue derrocado. El final del tercer mandato fue diferente: el año pasado el nombre de Sharif apareció en la investigación periodística sobre firmas offshore conocida como Panama Papers, y la Justicia le ordenó que dejara el cargo.

Condenado por corrupción a raíz de ese caso mientras estaba en Reino Unido, Sharif volvió a su país a mediados de julio junto a su hija Maryam, quien también está involucrada en la política, y ambos fueron arrestados. La familia Sharif y el PML-N aseguran que detrás de la actuación judicial está, nuevamente, la influencia de los militares.

Durante el mandato de Sharif, el Estado de Pakistán acusó de traición al ex presidente y general golpista Pervez Musharraf, protagonista de los enfrentamientos entre el Ejército y Sharif en 1993 y 1998. Musharraf fue condenado a cadena perpetua, pero fue liberado a condición de que se exiliara, y actualmente vive en Arabia Saudita.

La trayectoria política de la familia Bhutto también muestra la fuerte incidencia de los militares en la política paquistaní. Quizás el nombre más recordado es el de Benazir Bhutto, la única mujer que ocupó la jefatura de gobierno de Pakistán, pero el involucramiento de esta familia en la política empezó con su padre, Zulfikar Ali Bhutto, que fue ejecutado durante un golpe de Estado militar en su contra.

Su hija mayor quedó como líder del PPP (un partido laico) y del gobierno, pero los conflictos con los militares que habían terminado con la vida de su padre también la persiguieron. Benazir Bhutto fue acusada de corrupción y separada del cargo las dos veces que fue primera ministra, ocasiones en las que también denunció la injerencia de los militares en el Poder Judicial, y en 2007 fue asesinada en un atentado terrorista durante un acto de campaña. Nadie ha sido juzgado por el ataque, detrás del cual el PPP sospecha que, nuevamente, estuvieron los militares. Otra vez el liderazgo del partido pasó a manos de un familiar, en este caso del viudo de Bhutto, Asif Ali Zardari, que asumió como primer ministro cuando el PPP ganó las elecciones de 2007. Después la posta pasó al hijo del matrimonio, Bilawal Bhutto.

Mientras Sharif denuncia la injerencia de los militares en la decisión de la Justicia que derivó en su arresto, Bhutto acusa al gobierno de haber recurrido al Poder Judicial para inhabilitar a varios políticos del PPP e impedir actos de campaña en algunos de sus bastiones.

Distintas organizaciones civiles han denunciado que estas serán las elecciones más sucias y manipuladas de la historia de Pakistán, y la campaña ha sido la más violenta: más de 170 personas murieron, entre ellas dos candidatos a diputado, en ataques terroristas contra actos electorales que fueron reivindicados por el Talibán y el grupo yihadista Estado Islámico.