Primero advirtió a México y Canadá que podría abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), después inició una batalla de impuestos con China y recientemente impuso aranceles al acero y al aluminio europeo. La estrategia comercial del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lo enfrentó con sus principales socios, que ahora buscan acuerdos para normalizar los vínculos y frenar lo que ya se convirtió en una “guerra comercial”.

Un primer paso fue dado ayer, cuando Trump recibió al presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, con quien finalmente logró un acuerdo para avanzar hacia una situación de “cero aranceles” con la Unión Europea (UE) y aplacar las tensiones comerciales.

Trump explicó, en una conferencia de prensa conjunta con Juncker en la Casa Blanca, que la UE comenzará a importar soja “especialmente del medio oeste” de Estados Unidos, así como gas natural líquido, para “diversificar” sus fuentes energéticas. Al mismo tiempo, reducirá algunos de los aranceles industriales.

El titular de la CE, por su parte, celebró el acuerdo comercial alcanzado y adelantó que una de las cuestiones que resuelve es el tema de los impuestos al acero y aluminio europeos. No precisó, sin embargo, en qué momento dejarán de estar vigentes.

Minutos después, en una conferencia en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, Juncker insistió en que se trata de un pacto que pone en evidencia lo “especial” de la alianza entre Washington y Bruselas así como la importancia de sus lazos, que suponen “la mitad del comercio global”.

Juncker viajó a Washington acompañado por una decena de funcionarios europeos, entre ellos la comisaria de Comercio de la UE, Cecilia Malmström, encargada de diseñar el nuevo plan con el gobierno estadounidense. Antes de viajar, y consciente de la importancia del encuentro con Trump para la economía del bloque, el presidente de la CE consultó sobre la estrategia con los principales líderes europeos, incluidos la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente francés, Emmanuel Macron, el primer ministro holandés, Mark Rutte, y el canciller austríaco, Sebastian Kurz.

La tensión entre Estados Unidos y la UE comenzó a fines de mayo, cuando la Casa Blanca impuso los aranceles al acero y al aluminio proveniente de Europa, y el bloque europeo respondió con medidas idénticas a diversos productos estadounidenses, entre ellos motos y jeans. La situación se agravó en las últimas semanas, cuando Trump amenazó con imponer aranceles de hasta 20% a las importaciones de automóviles europeos.

El martes, en un acto en Kansas, Trump dijo que los países que durante años han tratado “injustamente” a Estados Unidos en materia comercial “están viajando a Washington a negociar”. Agregó: “Como dice el refrán, mejor tarde que nunca”.

Buenos vecinos

Más cerca de la Casa Blanca, pero no con menos presión, Trump también intenta modificar los vínculos comerciales con México. En un intercambio epistolar con el futuro presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, el gobernante estadounidense aseguró que una “exitosa” renegociación del TLCAN traerá más empleos y mejorará los salarios en ambos países, pero sólo si se logra concretar “rápido”. De lo contrario, afirmó Trump en una carta difundida el martes, se verá obligado a “elegir un camino muy distinto al presente”.

En la misiva –que es una respuesta a una carta que el político mexicano le envió hace unos días–, Trump coincidió en que las prioridades de la relación bilateral son, además del comercio, la migración, el desarrollo y la seguridad. Si bien este último punto abarca la cuestión migratoria, el futuro canciller de México, Marcelo Ebrard, manifestó que por el momento la construcción del muro en la frontera no está en la agenda.

Las negociaciones para actualizar el TLCAN, vigente desde 1994, comenzaron en agosto de 2017 a solicitud de Trump, quien culpa al pacto comercial de provocar el traslado de empleos al sur de la frontera de Estados Unidos. Sin embargo, los países que integran el tratado –Canadá, Estados Unidos y México– no han podido llegar a un acuerdo, en parte por las propuestas de Washington de imponer reglas más estrictas para la industria automotriz.

Las conversaciones se habían estancado unos días antes de las elecciones de México, celebradas el 1º de julio, pero está previsto que se reanuden hoy en Washington con la incorporación en el equipo mexicano de representantes de López Obrador.