Las autoridades griegas desplegaron nueve patrullas de la Guardia Costera, dos destacamentos militares y helicópteros del Ejército para apoyar a los 700 bomberos que intentan apagar el incendio que comenzó el lunes de tardecita en el balneario de Mati, a 29 kilómetros de Atenas. El fuego dejó 74 muertos y 182 heridos, según las cifras oficiales actualizadas anoche, aunque el cuerpo de bomberos advirtió que esos números pueden aumentar a medida que avanzan las tareas de rescate. Hasta ayer no se sabía cuántas personas permanecían desaparecidas.

Tampoco se conocía la dimensión de las pérdidas materiales, aunque las imágenes difundidas por medios griegos e internacionales mostraban un panorama desolador, con árboles carbonizados, autos quemados y casas convertidas en cenizas.

El portavoz del gobierno, Dimitris Tznakopoulos, informó ayer que se registraron 15 focos de fuego simultáneos en tres frentes distintos. Esa simultaneidad, sumada a las altas temperaturas del verano griego y los fuertes vientos, agravaron la situación.

Por su parte, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, decretó tres días de luto por las víctimas de los incendios y prometió que “nadie se quedará sin ayuda” y “nada sin respuesta”.

La Fiscalía ya inició la investigación para determinar las causas de los incendios, ante la sospecha de que podrían haber sido intencionados o bien provocados por conductas negligentes. Tznakopoulos adelantó que su gobierno solicitó un dron especial a Estados Unidos para rastrear toda huella de “actividad sospechosa” en la localidad afectada.

La mayoría de los cuerpos localizados hasta ayer son los de personas que murieron en sus casas o en el interior de sus autos. La zona cero del incendio se encuentra a 300 metros del mar Egeo, y muchos buscaron refugio en sus orillas. Allí, la Guardia Costera rescató a unas 900 personas, así como a 23 que se encontraban en el agua. Cuatro de ellas estaban muertas.

A escasos metros del mar, un grupo de rescate de la Cruz Roja griega se encontró con 26 cuerpos carbonizados que se encontraban abrazados. El jefe de la organización, Nikos Economopoulos, comentó al canal Skai TV: “Habían tratado de encontrar una vía de escape, pero lamentablemente estas personas y sus hijos no llegaron a tiempo. Instintivamente, al ver que se acercaba el final, se abrazaron”.

Se trata del peor incendio sufrido por Grecia desde el que provocó la muerte de 77 personas en agosto de 2007, en la península del Peloponeso.