El conflicto de las universidades públicas argentinas tomó ayer la forma de una movilización nacional después de casi un mes marcado por ocupaciones, clases públicas en calles y plazas, abrazos simbólicos, paros, y negociaciones poco fructíferas. La Marcha Nacional Universitaria, como fue bautizada, circuló por distintos puntos de Argentina “en defensa de la universidad pública” y “contra el ajuste salarial y presupuestario”, según sus principales consignas. La movilización fue convocada por estudiantes, investigadores, trabajadores docentes y no docentes, y contó con el apoyo de organizaciones sociales y políticas. La manifestación más multitudinaria fue la de Buenos Aires, que bajo una lluvia intensa se trasladó desde el Congreso hasta la Plaza de Mayo.

El 6 de agosto, trabajadores de 57 universidades –que suman más de un millón y medio de estudiantes– se declararon en huelga por reivindicaciones salariales. Más de 60 colegios preuniversitarios están en la misma situación. Unos días antes de que comenzara la huelga, la Confederación Nacional de Docentes Universitarios –una de las dos federaciones más importantes de la educación superior en el país– había convocado a un plebiscito para decidir si se retomarían las clases luego de las vacaciones de invierno. La mayoría de los docentes votó que no, insatisfechos con lo que proponía el Ministerio de Educación.

Lo que piden los trabajadores de las universidades, básicamente, es que su salario se ajuste a la inflación. En enero, el gobierno de Mauricio Macri había pactado un aumento anual de 15% de los salarios, a alcanzar en cuatro etapas. Pero al conocerse que la inflación anual superará el 30% para fin de año, los sindicatos han exigido, entre otras medidas, 30% de aumento y la incorporación de la llamada “cláusula gatillo”, que dispara un aumento en forma automática una vez que la inflación supera el incremento salarial negociado.

Una semana después del inicio de la huelga, representantes de los docentes y funcionarios del gobierno se reunieron para negociar una solución. Ese día, la Secretaría de Políticas Universitarias les ofreció el mismo 15% de aumento, esta vez a pagar en tres veces en vez de en cuatro, a cambio de que volvieran a las aulas. La propuesta fue rechazada y la medida de los trabajadores continuó.

El miércoles comenzó otra etapa de conversaciones, que luego de una extensa reunión pasó a un nuevo “cuarto intermedio”. Los representantes del gobierno tenían la esperanza de que una nueva propuesta podría hacer que los docentes retrocedieran y llamaran a cancelar la marcha. No fue lo que sucedió. La nueva propuesta del Ministerio de Educación consistió en mantener el 15% de aumento tal como estaba establecido hasta ahora, pero agregándole una suma remunerativa y no bonificable que, en promedio, llevaría el aumento a 21%, a cobrarse en diciembre. Los gremios consideraron que la oferta era “insuficiente” y cuestionaron que el adicional fuera no bonificable.

“Las cifras son sumas fijas remunerativas no bonificables, no van al básico. Efectivamente, achican la pirámide salarial. Lo habíamos desterrado en 2005 con una huelga de más de dos meses, y ahora se vuelve a reeditar. Lamentablemente, el ministerio nunca supo conducir esta negociación. Despertó un conflicto que hoy estalla en todas las universidades nacionales”, dijo Sergio Zanelli, de la Confederación Nacional de Docentes, Investigadores y Creadores Universitarios, a la salida de la reunión. “Hay un gran condicionamiento del Fondo Monetario Internacional hacia nuestro país. Ese es uno de los motivos por los que el gobierno no puede mejorar su oferta. Estamos defraudados”, agregó.

Además del aumento salarial, los docentes exigen un mayor presupuesto para las universidades. Según los datos de un informe del Consejo Interuniversitario Nacional difundido por el diario La Nación, en ninguna universidad pública se pudo emprender obras de infraestructura en lo que va del año.

En estas semanas, la huelga docente universitaria estuvo acompañada por protestas –en muchos casos lideradas por los estudiantes– que adoptaron diversas formas, como el dictado de clases en la vía pública, caminatas por los barrios donde se encuentran las sedes universitarias y abrazos a los edificios.

También hubo ocupaciones de universidades, que hasta esta semana habían sido simbólicas. Sin embargo, en la noche del martes, los estudiantes comenzaron una ocupación pacífica de las facultades e institutos dependientes de las universidades. Al cierre de esta edición, más de 30 centros estaban ocupados en todo el país. El reclamo de los alumnos es el mismo que el de sus profesores: mejores salarios y más fondos para las universidades.