El papa Francisco se despidió de Irlanda pidiendo perdón por los abusos sexuales cometidos por centenares de representantes de la iglesia católica. Relató que allí se reunió con ocho víctimas, y dijo que quería “poner estos crímenes delante de la misericordia del Señor y pedir perdón”, tanto por los “abusos cometidos en diferentes instituciones dirigidas por religiosos y otros miembros de la iglesia” como “por las veces en que, como iglesia, no se ha brindado a los supervivientes la comprensión, búsqueda de justicia y verdad con acciones concretas”. Por último, pidió que “el Señor mantenga y acreciente este estado de vergüenza y compunción, y nos dé la fuerza para comprometernos para trabajar para que nunca más suceda y para que se haga justicia”.

El papa pronunció estas palabras el mismo día en que un arzobispo italiano, Carlo Maria Viganò, lo acusó de haber encubierto durante años abusos cometidos por el cardenal y ex arzobispo estadounidense Theodore McCarrick. Viganò publicó una carta en varios medios conservadores, en la que asegura que en 2013 transmitió a Francisco las acusaciones de abusos sexuales que pesan sobre McCarrick. Según su relato, el líder de la iglesia católica no hizo nada hasta este año, cuando suspendió a McCarrick en todas sus funciones y dispuso que permanezca encerrado en una casa para una vida “de oración y penitencia”.

Francisco no respondió a estas acusaciones, aunque personas vinculadas a él dijeron a medios italianos, pidiendo que no publicaran sus nombres, que la carta contiene sólo acusaciones personales y no aporta ninguna prueba de lo que se afirma. El papa tampoco se refirió públicamente al pedido del primer ministro irlandés, Leo Varadkar, quien le exigió “acciones y no palabras” para enfrentar los casos de abusos sexuales.

“Le pido que use su cargo y su influencia para que haya justicia, verdad y sanación para las víctimas y sobrevivientes de Irlanda y del mundo”, dijo Varadkar, antes de lamentar que en muchas ocasiones “en lugar de caridad, perdón y compasión cristiana” hubo “juicio, severidad y crueldad” hacia las víctimas. A su turno, Francisco se limitó a reconocer el “fracaso” de la iglesia católica al enfrentar estos “crímenes repugnantes”.

Horas después, el papa mantuvo su encuentro con ocho representantes de las víctimas, entre ellas Marie Collins, quien fue parte de la Comisión para la Protección de Menores creada por Francisco cuando llegó al pontificado. Collins abandonó la comisión poco después, hace dos años, cansada de las trabas impuestas por los sectores más conservadores de la curia y la falta de respuesta de Francisco ante estos obstáculos.

Entre las víctimas que se reunieron con Francisco también se encontraba un representante de la Coalición de Sobrevivientes de Hogares, quien contó que el papa condenó la corrupción y el encubrimiento de los delitos cometidos por religiosos irlandeses y llegó a decir que fue todo una “caca”.

Irlanda fue uno de los países en los que representantes de la iglesia cometieron más atrocidades. Además de los abusos sexuales a niños y adolescentes, hubo una práctica de separar a las madres de sus hijos para trasladarlos a hogares administrados por la iglesia, y también explotación laboral en algunas escuelas religiosas. Una vez que estas denuncias empezaron a trascender, desde la iglesia irlandesa se hizo silencio y se rechazaron las acusaciones.