En agosto del año pasado, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decidió que ya no quería más a Steve Bannon como su asesor y jefe de estrategia. No se entendían desde hacía meses y el funcionario fue despedido. Celebraron esta decisión organizaciones políticas y sociales que consideraban que Bannon imprimía sus posturas radicales en los consejos que brindaba al mandatario. Unas semanas después, Breitbart News –el portal de noticias de la llamada “derecha alternativa”, o alt-right, del que era editor y que leían neonazis, supremacistas blancos y antisemitas– también lo dejó ir.

En vez de lamentarse o cambiar de rubro, Bannon, de 64 años, resolvió concentrarse en un nuevo proyecto, con la mirada puesta ya no en su país sino en Europa. Así nació lo que hace unos días presentó bajo el nombre de El Movimiento (The Movement), una fundación que se propone reunir a todos los grupos de la extrema derecha europea para presentarse en bloque a las elecciones al Parlamento Europeo previstas para mayo de 2019. “El populismo nacionalista de derecha llegará. Es el que gobernará. Vamos a tener estados nación individuales con sus propias identidades, sus propias fronteras”, declaró Bannon al portal de noticias estadounidense The Daily Beast, al anunciar sus planes, el 20 de julio.

El Movimiento tendrá su sede en Bruselas y empezará con nueve trabajadores en planilla, con ambiciones de superar los 25 en el corto plazo. Su misión será hacer sondeos, crear mensajes, desplegar las armas de marketing electoral y contribuir todo lo posible al éxito de la extrema derecha en las elecciones europeas. Esto significa, en otras palabras, lograr una mayoría de euroescépticos y xenófobos capaz de bloquear las decisiones del Parlamento y de la Comisión Europea. Para académicos consultados por distintos medios periodísticos de Europa, el objetivo final es directamente destruir la Unión Europea (UE).

Bannon confía en que la participación históricamente baja en estas elecciones lo beneficiará. El otro elemento que puede facilitar el éxito de El Movimiento es que una parte del electorado suele aprovechar estas elecciones para expresar su “voto de castigo”. En una Europa en plena crisis política por la inmigración, el activista mediático ve un terreno fértil para desparramar el nacionalismo económico y, en general, alentar el enojo hacia la UE.

En esta ofensiva contra las instituciones europeas y contra la inmigración, Bannon puede encontrar apoyos no sólo en partidos políticos sino también en algunos gobiernos. El trabajo de campo ya está hecho. A principios de año, el ex asesor de Trump estuvo en Italia en la campaña que en marzo llevó al poder al Movimiento 5 Estrellas y a la ultraderechista Liga Norte. En esa ocasión, después de celebrar el éxito de su amigo Matteo Salvini, actual vicepresidente y ministro del Interior italiano, Bannon declaró: “Italia es, hoy por hoy, la vanguardia de Europa. Si funciona en Italia, funciona en cualquier parte del mundo”.

Más adelante, en Hungría elogió al primer ministro Viktor Orbán e incluso se animó a asegurar que el líder “fue Trump antes que Trump”. Unos días más tarde, en ese país y ante una audiencia a la que se sumaron ultraderechistas de Polonia, Eslovaquia y República Checa, lanzó una de sus frases más difundidas: “Lo que importa es la supervivencia del Occidente judeocristiano. No tenemos por qué creer en el declive. No es una ley de la física. Podemos darle la vuelta”.

En cuanto a vínculos con partidos políticos, Bannon se reunió con los líderes de Alternativa para Alemania, el partido de extrema derecha que logró un resultado histórico en las últimas elecciones alemanas, y en mayo fue invitado por la ultraderechista francesa Marine Le Pen para participar en el relanzamiento de su partido, el Frente Nacional, bajo el nombre de Agrupación Nacional. En ese acto recibió aplausos al afirmar: “Luchan por su país y los llaman racistas. Pero los días en que eso era un insulto se han quedado atrás. Los medios del establishment son los perros guardianes del sistema. Cada día que pasa, nosotros somos más fuertes, y ellos más débiles. Dejen que los llamen ‘racistas’, ‘xenófobos’ o lo que quieran, y lleven esas palabras como una medalla”.

A mediados de julio, Bannon se reunió en un hotel de Londres con destacadas figuras de la extrema derecha europea, como Nigel Farage, el polémico ex líder del Partido de la Independencia de Reino Unido, y Louis Aliot, dirigente de la recién bautizada Agrupación Nacional francesa.

“Será instantáneo, tan fácil como accionar el interruptor”, profetizó Bannon a The Daily Beast, en referencia a su objetivo de integrar a la ultraderecha europea. Sin embargo, por el momento, su estrategia está en el aire y los analistas consideran que bajarla a tierra no será tan fácil.