Después de un año de intensas negociaciones, México y Estados Unidos llegaron a un acuerdo bilateral para reformar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (conocido como NAFTA, por sus siglas en inglés). El pacto comercial, en vigor desde hace 24 años, también incluye a Canadá, que todavía analiza los nuevos términos alcanzados por sus socios para decidir si los acepta o no.
Los puntos principales del nuevo tratado tienen que ver con el sector automotor. Entre otras cosas, México y Estados Unidos acordaron que 75% de los componentes de los automóviles sean fabricados en América del Norte (actualmente esa cifra es de 62,5%) y que entre 40% y 45% esté hecho por trabajadores que ganen al menos 16 dólares la hora. Los vehículos ligeros ensamblados en plantas existentes que no cumplan con esto pagarán aranceles de 2,5%.
Por otro lado, el Departamento de Comercio de Estados Unidos dijo que México accedió a eliminar el capítulo referido a la resolución de disputas, que permite que cualquiera de los tres integrantes del tratado pueda pedir paneles binacionales independientes cuando crea que es víctima de decisiones comerciales desleales por parte de otro socio. Canadá se resistía a esta modificación.
Las dos partes resolvieron, además, que la vigencia del acuerdo comercial será de 16 años, prorrogable a otros 16, y se revisará cada seis años para actualizarlo.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró el lunes que incluso el nombre del tratado fue modificado: “Lo vamos a llamar Acuerdo Comercial Estados Unidos-México”, adelantó.
La incógnita ahora es la postura que adoptará Canadá. Por lo pronto, Trump y el saliente presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, aseguraron que las conversaciones para incorporar al socio del norte comenzarían de inmediato. De hecho, la delegación mexicana que viajó a Washington para firmar el pacto se quedó allí a la espera de reiniciar la negociación con el equipo canadiense, encabezado por la ministra de Relaciones Exteriores, Chrystia Freeland. Esta delegación tenía previsto aterrizar anoche en la capital estadounidense. Un alto funcionario del Departamento de Comercio de Estados Unidos se animó a vaticinar que las tres partes podrían alcanzar un acuerdo final este mismo viernes.
Sin embargo, persisten las reticencias en el gobierno canadiense. En dos conversaciones telefónicas diferentes, el primer ministro Justin Trudeau le trasladó a Peña Nieto y a Trump su compromiso para “reiniciar” las conversaciones lo antes posible, pero sólo para elaborar un tratado que beneficie a “todas las partes”.
En el mismo sentido, un portavoz del gobierno canadiense aclaró ayer que sólo firmarán un NAFTA que sea “bueno para Canadá y para las clases medias” y recordó que la firma de su país es “indispensable”. El gobierno de Trudeau tiene básicamente dos opciones: aceptar lo pactado entre sus dos socios con las modificaciones que pueda introducir, o directamente quedarse afuera.
Tanto México como Estados Unidos hablaron de posibles escenarios si el gobierno canadiense se decanta por la segunda alternativa. El canciller mexicano, Luis Videgaray, dijo ayer que su país “quiere” que Canadá quede incluido en el tratado, pero insistió en que la relación comercial entre los dos no se verá afectada si el equipo de Trudeau decide no sumarse, porque ambos forman parte del Acuerdo Transpacífico.
El presidente estadounidense, en cambio, advirtió que si su vecino del norte no firma el tratado su administración aplicará aranceles a los automóviles fabricados en Canadá.
Trump impulsó la renovación del NAFTA apenas llegó a la Casa Blanca porque, a su entender, el pacto beneficiaba únicamente a México y perjudicaba al sector manufacturero de Estados Unidos. Las conversaciones entre los dos países empezaron hace poco más de un año, pero agarraron velocidad a partir de la victoria electoral de Andrés Manuel López Obrador, el 1º de julio, en México. El presidente electo dijo que se sentía “satisfecho” con el acuerdo logrado con Estados Unidos, porque “quedó a salvo la soberanía” del país en materia energética. Al mismo tiempo, consideró importante que Canadá forme parte del pacto.
Se espera que Trump envíe al Congreso un aviso formal sobre el nuevo acuerdo comercial antes del fin de semana. A partir de ese momento, la Constitución estadounidense fija un plazo de 90 días para que el gobierno firme el documento y, después, sea aprobado por los congresistas. Este calendario le da a Canadá un tiempo razonable para decidir si se sube al barco y permite, también, que Peña Nieto firme el tratado antes de que abandone el cargo el 1º de diciembre.