El Congreso Democrático del Pueblo, integrado por distintas organizaciones sociales, marchó ayer en Asunción cuando comenzaba su mandato el nuevo presidente de Paraguay, el colorado Mario Abdo Benítez. Los manifestantes reclamaron que pierdan sus fueros los senadores y diputados denunciados por corrupción y que queden sin efecto las modificaciones al Tratado de Yacyretá que aprobó el gobierno saliente, de Horacio Cartes, porque entienden que perjudican a Paraguay frente a Argentina. “Organizaciones sociales, fuerzas políticas y ciudadanía en general, se movilizaron en repudio al gobierno que se va, y exigiendo al que viene el respeto absoluto a los derechos y el rechazo de la entrega de nuestra soberanía”, publicó en Twitter Esperanza Martínez, senadora por el izquierdista Frente Guasu.

Además, algunas organizaciones que participaron en la marcha, como las que integran la Articulación Feminista, llevaron sus propias reivindicaciones, informó el diario Última Hora. En este caso, pedían una ley de paridad que garantice la participación de las mujeres en la política y una educación sexual que contribuya a prevenir los embarazos adolescentes y la violencia de género.

Parece difícil que esa agenda se instale en el nuevo gobierno. El gabinete que asumió ayer, con diez ministros y tres ministras, está lejos de la paridad, y el presidente se ha definido como un católico defensor de la “familia tradicional”. Ayer Abdo afirmó que lo “importante” es “cuidar y unir a las familias paraguayas promoviendo valores y principios”, porque “es en el seno familiar donde se forja la verdadera identidad de la patria”.

En su discurso, Abdo reconoció también que existe una “indignación” que él se propone convertir en “esperanza”. A lo largo de su discurso de asunción, el nuevo presidente paraguayo cuestionó a la Justicia de su país, “rígida para los ciudadanos más humildes, y complaciente, cómplice para los que tienen influencia”. También se refirió al estado de la educación; afirmó que “aproximadamente cuatro de cada diez [jóvenes] terminan el ciclo básico y uno de cada 100 logra terminar la universidad”, y habló de la necesidad de que “más paraguayos puedan salir de la pobreza”. Por otra parte, el nuevo presidente –empresario, al igual que Cartes– propuso construir “entre todos un clima de negocios favorable para los actores de la economía” y trabajar para que “Paraguay sea más atractivo como plataforma de inversión”.

A Cartes también le dedicó alguna alusión por sus intentos fallidos de ser reelecto para la presidencia pese a que la Constitución lo prohíbe, o asumir una banca de senador electo, con voz y voto, en lugar de la de senador vitalicio (sin voto) que le correspondía. El nuevo gobernante dijo que cuando él termine su mandato asumirá este tipo de banca, reservada a los ex presidentes, para dar el ejemplo y mostrar que “nadie puede estar por encima de la Constitución”.

Pese a estos reproches, Abdo, que lidera un Partido Colorado dividido, llamó a la unidad en el país con el argumento de que “el perdón sana el alma y trae la reconciliación y la paz”. Agradeció a Dios, así como al pueblo paraguayo, al Partido Colorado, a Cartes, a su familia y en particular a su padre, Mario Abdo Díaz, quien fue secretario personal del dictador Alfredo Stroessner.

Antes de las elecciones, Abdo decía que Dios era su jefe de campaña, y ayer insistió con esa idea, según citó Última Hora. “Hoy ya no estamos en campaña, pero seguimos teniendo al mismo jefe: a Dios. En Paraguay no ganó el que tenía más dinero, el que tenía más estructura, ganó el que nunca perdió la fe”, dijo.