El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reemplazará otra de las normas ambientales de su antecesor, Barack Obama, mediante un nuevo plan regulador para las centrales térmicas de carbón.

Durante su mandato Obama aprobó un plan para buscar el cierre de estas centrales de forma escalonada y estableció límites para sus emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente el dióxido de carbono y el dióxido de azufre. La medida estaba enmarcada en un conjunto de políticas dirigidas a reducir la contaminación de Estados Unidos en cumplimiento del Acuerdo climático de París de 2015. Desde su llegada, Trump no sólo abandonó ese acuerdo internacional, sino que también derogó varias normas de la anterior administración, lo que generó críticas de organizaciones ambientales estadounidenses e internacionales.

El nuevo programa pone fin a los límites dictaminados desde Washington y permite que cada estado del país establezca sus topes en un plazo máximo de tres años. Además, reanuda la concesión de permisos para explotar carbón en terrenos públicos y quita a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) la responsabilidad de estimar el daño causado por las emisiones de gases de las centrales térmicas que funcionan en base a carbón.

La norma anterior fue catalogada como “excesivamente restrictiva y costosa” por la actual dirección de la EPA, que consideró que la nueva “devuelve el poder a los estados, promueve la independencia energética y facilita el crecimiento económico y la creación de empleo”.

“La era de las obligaciones federales monolíticas y burocráticas ha terminado”, celebró ayer en una conferencia de prensa el titular de la EPA, Andrew Wheeler.

Según estimaciones de organizaciones civiles, el cambio de normativa hará más difícil que Estados Unidos reduzca en 26% la emisión de gases contaminantes para 2025 en comparación con 2005, un objetivo fijado por Obama que ya era bastante inferior al establecido por los países europeos.

El cambio generó diversas críticas. La ex directora de la EPA Gina McCarthy lamentó que el actual gobierno considere al carbón “una energía del futuro”, en lugar de apostar por “aire y energía limpios”. El presidente del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Carter Roberts, lamentó que esta nueva regulación va a “debilitar los esfuerzos del gobierno federal para limitar las emisiones dañinas que provienen de las plantas de energía más sucias”. Aun así, aseguró que “no va a poder detener a las ciudades, estados y empresas de Estados Unidos que están definiendo su rumbo tomando como guía a la ciencia y no a la política”.