La atención de la Casa Blanca se centró ayer en Omarosa Manigault, que hasta hace pocos meses trabajaba como asesora de comunicación del presidente estadounidense, Donald Trump, y oficiaba como interlocutora del gobierno en asuntos vinculados con la población negra.

Está previsto que en estos días salga a la venta el libro Desquiciado, en el que la ex funcionaria reúne declaraciones racistas y misóginas del mandatario y otras personas de su entorno. Hasta ayer no había presentado pruebas para fundamentar esas denuncias, pero el adelanto que dio en distintos medios –incluidos supuestos audios que grabó en secreto– deja al mandatario bastante mal parado.

Trump y Manigault se conocieron hace más de una década, cuando ella participaba en el reality show El aprendiz, que el multimillonario conducía. Después de abandonar el programa, Manigault se convirtió en una de las personas más cercanas a Trump, incluso antes de que este se instalara en la Casa Blanca.

Sin embargo, en diciembre, el jefe de gabinete, John Kelly, despidió a la funcionaria por razones que en su momento no quedaron claras. Después de que se hizo pública esa decisión, Manigault se limitó a decir que había visto cosas que la habían hecho sentir “incómoda” y “triste”, y que la “afectaron profundamente”. Y advirtió: “Será una historia poderosa que todo el mundo querrá escuchar”.

Ocho meses después, decidió publicarla. En su libro, la ex asesora de 44 años acusa al mandatario de ser “racista”, de sufrir un “declive mental” y de tratar de silenciarla con dinero. En las recientes entrevistas, la mujer dijo que Trump no está “mentalmente calificado” para estar al frente del país y sostuvo que el equipo de comunicación de la Casa Blanca lo asesora para “mentir deliberadamente”. Además, aseguró que existe un “patrón” de ataques a personas negras y dijo que existen grabaciones durante los programas de El aprendiz en las que Trump usa la palabra despectiva “nigger” para referirse a los afrodescendientes.

El libro también denuncia –según fragmentos a los que accedió el diario británico The Guardian– cómo Trump se dirigió de forma racista al esposo de otra de sus asesoras, Kellyanne Conway, de origen filipino, a quien se habría referido como un “maldito flip” y un “desleal goo-goo”, dos expresiones que se usan de manera peyorativa en Estados Unidos para referirse a las personas de ese origen.

Por otro lado, la ex asesora puso a disposición de la cadena NBC un audio en el que se escucha a Kelly decir que pretende una “despedida amistosa” para que ella pueda “continuar en el futuro” sin que su “reputación tenga ningún problema”. Para Manigault, esa frase fue “claramente una amenaza”.

La ofensiva de Manigault recibió el contraataque feroz del presidente estadounidense en Twitter, su medio de comunicación habitual. “Cuando le das una oportunidad a una escoria loca y llorona, y le das un trabajo en la Casa Blanca, supongo que no funciona. Buen trabajo el del general Kelly por despedir rápidamente a ese perro”, escribió ayer el mandatario.

El lunes, ya le había dedicado un par de tuits afilados. “La chiflada de Omarosa, que fue despedida tres veces en El aprendiz, ahora fue despedida por última vez. No lo logró, nunca lo hará. Me imploró por un trabajo, con lágrimas en sus ojos. Le dije ‘de acuerdo’. La gente en la Casa Blanca la odiaba. Era osada pero no lista”, dijo el presidente. A ese mensaje siguieron otros en los que agregó que a pesar de que “apenas la veía”, escuchó “cosas realmente malas” sobre ella y su trabajo. En paralelo, el equipo de campaña del presidente, para el que trabajó Manigault, interpuso una demanda en contra de la ex asesora por una supuesta ruptura del acuerdo de confidencialidad.