Cuando Shinzo Abe asumió su segundo mandato como primer ministro de Japón, en 2012, prometió que una de las prioridades iba a ser crear una sociedad “donde las mujeres pudieran brillar”. La inserción de las japonesas en el mercado laboral era una de las claves de ese plan. Sin embargo, la realidad es que las mujeres allí se enfrentan a grandes obstáculos a la hora de acceder a un puesto de trabajo y, una vez que lo consiguen, es especialmente difícil mantenerlo si deciden tener hijos. La mayoría de las empresas no las reincorporan después de que dan a luz porque consideran más eficiente contratar directamente a otro trabajador.

Con esta lógica en mente, la Universidad Privada de Medicina de Tokio manipuló durante años los resultados de los exámenes de ingreso para admitir a menos mujeres que hombres, según revelaron ayer los medios japoneses. El centro de estudios comenzó a falsear los resultados obtenidos por las candidatas a cursar los estudios de medicina en 2011, después de observar en 2010 cómo se incrementaba el número de alumnas que lograban ingresar.

Desde ese entonces, el consejo de administración del centro aplicó criterios más restrictivos a la hora de evaluar a mujeres en los exámenes de ingreso con el objetivo de mantener el porcentaje de alumnas en torno a 30% del total de nuevos estudiantes, según dijo un funcionario de la universidad al diario japonés Yomiuri. Este año, hubo dos etapas en el examen de ingreso a la carrera. En la primera fase, se presentaron 1.596 hombres y 1.018 mujeres, de los cuales aprobaron 18,9% y 14,5%, respectivamente. En la segunda y definitiva fase del examen de acceso a la universidad, 8,8% de los candidatos resultaron admitidos frente a 2,9% de las candidatas, según los datos del propio centro.

El empleado de la facultad, que declaró bajo la condición de anonimato, admitió que la institución redujo las puntuaciones de las mujeres que tomaron las pruebas porque los hombres “son más adecuados para desempeñar la profesión médica” ya que las mujeres japonesas “suelen dejar de trabajar al casarse y tener hijos”.

La fuente agregó que, dentro de la universidad, “existe una fuerte creencia de que son los médicos varones quienes apoyan a los servicios médicos en sus hospitales”. Al mismo tiempo, reconoció que “en general, las candidatas mujeres son más competentes [que sus pares masculinos]” y la universidad “no puede evitar que más mujeres pasen el examen”.

La Fiscalía de Tokio investiga si ese mismo centro universitario aceptó un soborno de un alto cargo del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología para que admitiera a su hijo. El portavoz de la facultad, Fumio Azuma, dijo a los medios locales que la investigación sobre la manipulación de los exámenes de las estudiantes se agregará a ese mismo expediente.

Una estudiante de 19 años, que no aprobó el examen de ingreso este año y ahora estudia en una escuela preparatoria, dijo al diario Yomiuri: “Es sexista y realmente triste si ser mujer es una desventaja”. Agregó: “Si ese es el caso, ninguna mujer aspirará a ser doctora”.

A pesar de la voluntad que manifestó Abe en materia de igualdad, Japón continúa siendo uno de los países desarrollados con mayor brecha salarial por género –ocupa el puesto 114 del Global Gender Gap elaborado en 2017 por el Foro Económico Mundial– y tiene una mínima presencia de mujeres en puestos de decisión.